Aclaración: A pesar de lo que pueda haber dicho la Prensa sensacionalista, nuestro reclamo no es “contra Chile” sino, específicamente contra los malos funcionarios de una mala administración, quienes quebraron no sólo múltiples puntos de la Declaración De Derechos Humanos, sino hasta las mismas Leyes y Constitución del Estado Chileno.

lunes, 20 de abril de 2015

139 • Intentando Conseguir su «colaboración»

... continúa

     A las once de la mañana vino un investigador por Carlos y lo llevó a la oficina de la sub-comisario Cristina Rojo en la brigada de investigaciones, donde su mamá se encontraba desde hacía buen rato, intentando justificarlo ante la desagradable mujer.


     La sub-comisario pidió que le trajeran un café con un sándwich y con una sonrisa en los labios, se los brindó a Carlos —a quien no le habían ofrecido nada de comer en todos estos días— pero él, a pesar de sentir muchísima hambre, los rechazó y le explicó que estaba en ayuno junto con todo el grupo y que no depondrían su actitud hasta que la sub-comisario Cecilia Correa hablara en persona con Ricardo.

     Carlos, si bien no había logrado enterarse de los motivos por los cuales se había iniciado aquella medida, sí había decidido solidarizarse con la causa hasta las últimas consecuencias si era necesario, ya que estaba seguro que era por alguna razón por demás justificada.

     La sub-comisario Rojo, demostrando preocupación, llamó prestamente a la sub-comisario Correa quien se comprometió a ocuparse inmediatamente del asunto.

     Luego, la sub-comisario Rojo se disculpó aduciendo que tenía una reunión importante y que volvería después para interrogarlo y sin decir más, partió rápidamente dejando a Carlos y a su madre en su oficina, al cuidado de dos detectives.

     Carlos aprovechó de intentar tranquilizar a su mamá explicándole que se habían cometido muchas irregularidades con ellos, hasta el punto que él aún no conocía las causas de su detención, ni los cargos de los cuales se le acusaba o, peor aún, si acaso se le acusaba de algo.

     No quiso entrar mucho en los detalles de los malos tratos que él mismo había recibido para no asustarla más de lo que ya estaba e intentó convencerla de que no tenía nada de qué preocuparse ya que no eran culpables de nada, pero la señora, que estaba con los nervios bastante alterados y muy influenciada por los detectives, sin querer escuchar sus argumentos, no dejaba de atacar a Ricardo por considerarlo el culpable de las desgracias de su hijo.

     Después de un rato, doña Eli, que no hallaba qué hacer por Carlos, fue a comprarle algunas cosas de comer y se las dejó, con la promesa de que contrataría inmediatamente un abogado.

     Mientras Carlos permanecía en aquellas oficinas esperando, los detectives que lo acompañaban intentaron convencerlo para que declarase, tal como habían hecho desde el principio, pero ahora ya sin golpes, sólo intentaban mostrarse amistosos. Le insistían mucho para que hablara en contra de sus amigos para poder así «salvarse» y le ofrecían una y otra vez algo de comer.

     Más de dos horas después, volvió la sub-comisario Rojo y le ofreció un nuevo café y pan, pero como Carlos no estaba seguro de que se hubiesen solucionado los problemas y que el resto realmente hubiese suspendido el ayuno como le afirmaba la mujer, los rechazó nuevamente.

     Mucho rato estuvo la sub-comisario entrando y saliendo de la habitación, mostrándose muy amable con Carlos y tratando ella también una y otra vez de convencerlo para que «colaborara» con ellos, pero Carlos, si bien contestaba amablemente a sus preguntas y le explicaba —tal como había hecho con sus torturadores el primer día— todos los detalles de la vida en comunidad en la casa de Los Maquis, negaba tajantemente cualquier acusación que en tono simpático o casual hacía la maliciosa mujer.

continuará ...