Aclaración: A pesar de lo que pueda haber dicho la Prensa sensacionalista, nuestro reclamo no es “contra Chile” sino, específicamente contra los malos funcionarios de una mala administración, quienes quebraron no sólo múltiples puntos de la Declaración De Derechos Humanos, sino hasta las mismas Leyes y Constitución del Estado Chileno.

domingo, 31 de agosto de 2014

109 • Parecía Un Baño Estrecho

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     Esta nueva situación en la que Lola había quedado encerrada sola en una celda del Cuartel Central de Investigaciones, en un ambiente oscuro y tétrico, más que asustarla la deprimió. Ella siempre había asociado la oscuridad con pesimismo.

     Se sentó en la banca, lo más lejos posible —hasta donde se podía— de la letrina.

     Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, se dio cuenta de un bulto en la otra banca. Sin querer dio un respingo ya que no esperaba encontrar a alguien más allí. El bulto cambió de posición, masculló unas palabras ininteligibles y siguió durmiendo.

     Después de un buen rato de vigilar fijamente aquel bulto, decidió recostarse en su banca y mantener los pies en alto por si había bichos deambulando por el suelo.

     Era una celda tan minúscula, oscura y hedionda, que Lola evocó los innumerables diseños que había visto como arquitecto y en lo único que pudo pensar fue en un baño estrecho.

     Cerca de media hora después, el guardia la hizo salir diciéndole que debía firmar un documento.

     Un investigador, con claras muestras de nerviosismo, le mostró un papel en el que ella solicitaba la presencia del cónsul peruano en Santiago.

     Después de leerlo detenidamente, ella lo firmó pensando que era mejor que viniera el cónsul ya que no los dejaban contactarse con ningún abogado hasta ese momento y además, porque había escuchado la conversación de Ricardo con el sub-prefecto Bravo cuando los traían a Santiago la noche anterior. A pesar de todo, cuando la regresaron a su celda, se sintió intranquila preguntándose qué nueva treta se traerían entre manos los detectives ahora.

     Roxana, a la que también habían hecho salir de su celda y habían mantenido parada esperando a pocos metros de Lola, se animó a firmar siguiendo el ejemplo de ella.

     A eso de las ocho de la noche, la oscuridad en los calabozos del cuartel central de investigaciones fue absoluta, las horas pasaban lentamente y no había nada que hacer: no les permitían conversar y mucho menos dormir.


continuará ...

jueves, 28 de agosto de 2014

108 • ¿Faltaban Celdas?

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     Felizmente para ambas, esta vez Roxana fue llevada a la celda donde tenían a Alejandra. Las dos mujeres se abrazaron y dieron gracias de estar cerca de alguien en quien poder confiar. Roxana sintió renacer un poco de tranquilidad en su interior.

     Entre las siete y media y las ocho de la noche, se abrieron las puertas y les alcanzaron dos tazas con té frío y un par de panes duros. De sólo ver el aspecto repugnante de aquellas tazas,  tan viejas y desgastadas y con grasa por todos lados, Roxana sintió un asco tremendo y la sola idea de posar sus labios sobre ese recipiente plástico, le produjo nauseas. No hizo ningún intento de comer y mucho menos de beber, a pesar del hambre que tenía, era incapaz.

     Mucho rato después, un guardia fue por Claudia y la llevó a la celda donde estaban Alejandra y Roxana, ya que según le dijo, faltaban celdas y por ello debía juntarla con las demás. ¿Una mentira más? No le importaba realmente, daba gracias por estar otra vez cerca de sus amigas.


continuará ...

lunes, 25 de agosto de 2014

107 • Las Respuestas A Sus Acusaciones

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     Ricardo, que fue el último en llegar ese día a la brigada, tuvo una larga noche de interrogatorios. Los investigadores le hacían preguntas, lo presionaban y lo golpeaban tal como habían hecho la noche anterior y de la misma manera, insistían constantemente para que aceptara las cosas que ellos decían.

     Los detectives le mostraban uno a uno los diversos cinturones de ropa de las mujeres y pretendían mediante golpes, amenazas e insultos, que él les dijera que eran instrumentos usados para tortura o cosas por el estilo. ¿Cómo podían pensar que aquellos cinturones eran elementos de tortura? ¡Definitivamente aquello estaba únicamente en sus cerebros!

     La sub-comisario Correa, que iba de una oficina a otra muy preocupada intentando obtener de una vez las declaraciones que fundamentaran todos sus atropellos, entró al interrogatorio de Ricardo para intentar presionarlo de alguna manera.

     Después de zarandearlo un poco, tal como se limitaba a hacer con él, intentó presionarlo con sus acusaciones:

     ¿Cómo puede ser que dos de tus esclavas hayan estado en tratamiento psiquiátrico? ¡Yo creo que te aprovechas de ellas porque son débiles mentales!

     Las mujeres a las que se refiere son mis esposas en la Religión. Además, lo de Beatriz fueron visitas al psicólogo y no al psiquiatra, a las cuales asistió por insistencia de su familia ya que pasó por una corta etapa de depresión, fueron entre 1988 y 1989 y las suspendió un año antes de conocerme y casarse conmigo, pero en último caso, en Chile es tan común visitar al psicólogo, que más del noventa por ciento de la población en distintas etapas de su vida ha visitado alguno —le respondió tranquilamente Ricardo aclarándole la situación para evitar que hubiera algún malentendido del que después se quisieran aprovechar.

     También le aclaró que Mercedes, la otra aludida, jamás había estado en tratamiento psiquiátrico o psicológico y que el documento al que hacía mención era una declaración jurada de doce páginas, presentada a finales de 1989, por ella misma, ante los tribunales limeños y ratificada ante el Consulado peruano en Chile cuando llegaron a Arica, en el cual dejaba constancia que en realidad había sido su familia la que la había secuestrado e internado a la fuerza en una clínica psiquiátrica de manera absolutamente ilegal y en confabulación con el médico a cargo y con la clínica (que era conocida por realizar ese tipo de «trabajos» para familiares ansiosos de recibir herencias o realizar trámites fraudulentos), después de que esos mismos familiares presentaran falsas denuncias por el secuestro de Mercedes a manos de Ricardo, para intentar separarla de él y «curarla» de su Religión. En cuanto Mercedes logró quedar libre, con la intervención de un juez, hizo una extensa declaración explicando la realidad de los hechos y sentó una denuncia contra sus parientes. Denuncia que por la idiosincrasia peruana no había podido prosperar, pero que demostraba la realidad de lo sucedido.

     ¡...Y, en última instancia, Mercedes está aquí para aclarárselo. ¡Mis esposas por Religión no son ninguna suerte de débiles mentales, ya que si lo fueran, sería fácil que firmaran cualquier cosa o que las convencieran de las mentiras que hace más de veinticuatro horas las están queriendo obligar a afirmar! —Terminó diciéndole Ricardo enérgicamente y visiblemente fastidiado.

     La sub-comisario le lanzó acusaciones por los látigos, fustas y folletos eróticos encontrados, pero Ricardo le volvió a explicar —como lo había hecho ya varias veces— que las cadenas, los látigos y las fotografías estaban siendo usados para desarrollar el libro virtual «El Secreto de O», basado en la famosa novela «La Historia de O», escrita en los años ’50, obra clásica que había ganado varios premios literarios y le recordó que los progresos de su trabajo, que ya tenía bastante avanzado, se los había mostrado en su casa de Los Maquis.

     También le recordó que le había mostrado tres cartas firmadas y selladas por carabineros de Chile que demostraban que ellos tenían conocimiento de las encuestas que se estaban realizando a personas mayores de edad y que lo que ellos llamaban material pornográfico no era tal, hasta el punto que copia de ese material había sido adjuntado a las cartas presentadas, que estos folletos eran usados solamente para efectos de obtener la opinión de personas adultas y que era lógico que en ellos se hablara de esclavitud ya que era sobre ese tema que se desarrollaba la novela.

     No sólo no era distribuido a menores de edad, como ustedes afirman, sino que ni siquiera era distribuido, ese material era mostrado a mayores de edad, personas seleccionadas a las cuales se les pedía su opinión y en base a eso se estaba armando una estadística para el libro. Era una encuesta de opinión. Nosotros no buscamos promover la esclavitud ni ningún tipo de prácticas y definitivamente no sólo no somos sadomasoquistas sino que estamos en contra de ello —concluyó.

     También les aclaró que se trataba de un trabajo, que eso era estrictamente personal y que no debían mezclar el trabajo literario y profesional con la Religión.

     Mercedes y yo hemos pasado horas en la biblioteca del Instituto Cultural Francés sacando altos fajos de fotocopias, ustedes deben haber encontrado nuestros carnés de la biblioteca y si quieren, puede preguntar allí.

     Mientras estaban en estas confrontaciones entró un investigador trayendo consigo un documento donde Ricardo solicitaba la intervención del cónsul peruano. Ricardo lo leyó detenidamente y lo firmó.



     Le habían traído ya otros documentos para que firmara y todos ellos los había rechazado con firmeza, pero de éste no tenía ninguna duda, definitivamente quería que el cónsul peruano tomara cartas en este asunto.

     Desde ese momento el maltrato de los investigadores pareció frenar un poco, la sub-comisario Correa cambió bruscamente su actitud y empezó a jugar el papel del policía bueno mostrándose sumamente comprensiva.

     Poco rato después, la mujer se marchó dejándolo en manos de dos detectives para que continuaran interrogándolo.


continuará ...

sábado, 23 de agosto de 2014

106 • Intentaban Engañarlas

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     Una hora u hora y media después de que el investigador con apariencia de tramitador les habló de su derecho de solicitar la presencia del Cónsul Peruano y se hubo marchado, llegó a la oficina una investigadora, una mujer gordita, vestida con ropas muy ajustadas y tan transparentes que se veía nítidamente su ropa interior. Ella no había participado ni en el allanamiento, ni en los interrogatorios anteriores y ahora se presentaba con los papeles listos para firmar.

     Gaby se había quedado muy preocupada pues no sabía si había tomado la mejor elección y dudaba sobre las consecuencias que este documento les traería, pero tampoco sabía si debía haber dicho que no y cuando la investigadora se acercó a ella, le explicó, tan educadamente como le fue posible a la mujer, que antes de firmar deseaba que le aclararan las implicaciones de firmar dicha solicitud, pero la investigadora se enojó muchísimo y prácticamente grito:

     ¡¿Quiénes son las otras que no quieren firmar?! ¡¿Dónde están?!

     Levantó con rudeza a Gaby del brazo y la llevó a empujones a la habitación contigua donde esperaban Mercedes y Elsa.

     Las hicieron sentar en sillas bastante separadas. Mercedes y Gaby quedaron cada una tras un escritorio de madera totalmente despejado en la pared del fondo y Elsa sentada ante un mueble similar, un par de escritorios más adelante. Como de costumbre les advirtieron en muy mal tono que no osaran hablar.

     La investigadora encargada de los papeles se marchó, para volver unos minutos después, algo más serena y preguntarles, en un tono angelical y casi cómplice, por qué era que no querían firmar.

     Gaby le explicó nuevamente que lo único que ella quería era que antes le aclararan en detalle que ocurriría si firmaba y que ocurriría en caso contrario, entonces la investigadora les dijo en el mismo tono fingido:

     Bueno, si firman este papel, significa que desean que su Cónsul intervenga en este asunto, pero si ustedes solicitan que el cónsul no intervenga, serán enviadas a su país para que el proceso sobre ustedes continúe allá y su Gobierno decida si son culpables o inocentes, mientras que los demás permanecerán aquí y serán juzgados aquí.

     Las tres reaccionaron rápidamente, el planteo les pareció terrible: si habían sido arrestadas aquí, si el resto de su gente quedaba aquí y las pruebas de su inocencia también se encontraban aquí, DEFINITIVAMENTE no deseaban ser separados hasta que todo concluyera. Estaban absolutamente decididas: NO firmarían.

     En esos momentos hizo su aparición en la habitación el investigador de barba y aspecto de tramitador, blandiendo los papeles sin firmar en la mano. Estaba muy molesto. Las insultó y las amenazó y poniendo los papeles delante de cada una con un sonoro golpe en la mesa, volvió a insistir para que firmaran.

     Cuando las tres mujeres volvieron a repetirle a coro que no deseaban firmar ningún documento, la investigadora intervino conciliadoramente para decirle al hombre que ellas habían decidido que no deseaban la presencia del Cónsul, pero Gaby rápidamente la corrigió:

     ¡Lo que en realidad no deseamos es firmar ningún documento! —Aclaró con firmeza.

     El investigador no le hizo el menor caso, las volvió a llamar peruanas estúpidas y se marchó diciendo que redactaría el documento diciendo que no deseaban la presencia del cónsul. La investigadora gordita se marchó feliz tras de él, haciendo que ingresara a la habitación a un sólo investigador para que las cuidara.


     Esta vez le tocó el turno al investigador que el día anterior, en la cafetería, había comentado que ellas debían lavar los platos que habían ensuciado. Ahora, en vez del polerón verde arrugado, traía un terno sucio igual de arrugado, estaba empezando a quedarse calvo en la zona de la coronilla y algo en sus facciones les hacía recordar al actor Tom Hanks.

     ¿Por qué no firman ese documento y ya? —Les preguntó el detective, algo más amable ahora e intentando hacerles conversación.

     Ellas le explicaron que no querían que las enviaran a su país a ser juzgadas, que deseaban que el juicio se realizara aquí ya que aquí habían sido arrestadas, pero el investigador visiblemente sorprendido las interrumpió para preguntarles:

     ¿Quién les ha dicho eso? El hecho de que se llame o no al Cónsul no significa que van a ser enviadas al Perú, más bien… si no firman… probablemente sean puestas mañana mismo, a primera hora, en un avión que las dejará en la frontera peruana y de allí ustedes tendrán que ver qué hacen.

     ¡¡¡Sus versiones no podía ser más contradictorias!!!

     Lo único que ellas tenían claro a estas alturas de la situación es que definitivamente no podían confiar para nada en los detectives y no podían creer en nada de los que les dijeran.

     Y si de algo estaban absolutamente seguras, era que no podrían obligarlas a firmar nada.


continuará ...

jueves, 21 de agosto de 2014

105 • Era Imposible Descansar...

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     La mayor parte de la tarde, Claudia, Alejandra, Alberto y Carlos, la pasaron solos, cada uno en un calabozo en el cuartel central.

     Alberto, envuelto en su casaca, se esforzaba por dormir un poco. Estaba realmente muy cansado después de haber pasado toda la noche anterior despierto en las oficinas de la brigada. Sentía tanto sueño que pensó que de sólo apoyar la cabeza se quedaría dormido, pero la incomodidad del lugar, el terrible frío que sentía, el cuerpo tan agarrotado como lo tenía por la dolorosa postura mantenida durante las horas esposado y  los guardias que lo interrumpían a cada momento hacían que le resultara imposible conciliar el sueño.

     Y en realidad la situación no era como para lograr descansar, se encontraban tan preocupados unos por otros que no podían relajarse y todo el tiempo estaban —los hombres a través de los barrotes de sus celdas y las mujeres por sus pequeñas ventanillas— intentando ver si habían traído a alguien más y, sobre todo, ver en qué condición llegaba.


continuará ...

sábado, 16 de agosto de 2014

104 • ¡Qué Des-Organización!

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     Roxana, que desde que llegaron a la brigada había sido separada del grupo y llevada de regreso al hall de entrada junto al baño, quedó esperando durante bastante rato. La llevaron luego escaleras arriba a otra sala del segundo piso donde la tuvieron mucho rato más hasta que al parecer, alguien de la «organización» se acordó que el día anterior a ella ya la habían interrogado y ya había firmado una declaración.

     Muchas coordinaciones más tarde, cuando ya eran bastante más de las siete de la noche, sin intentar hacerla declarar nuevamente, vinieron por ella, la subieron junto con Lola en un auto con varios detectives que las vigilaban y las transportaron de regreso al cuartel central.


continuará ...

jueves, 14 de agosto de 2014

103 • Un Lugar Mejor...

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     Habría pasado cerca de una hora desde que se habían llevado a Mara cuando por fin la  trajeron de regreso a la oficina del tercer piso donde Gaby, Mercedes y Elsa seguían aguardando. Habían colocado un investigador parado en cada puerta que vigilaba que no hablaran, no se durmieran y no se movieran en lo más mínimo.

     Gaby la observó detenidamente cuando pasó a su lado, no tenía marcas de golpes y se la veía tranquila. Mara la quedó mirando al pasar a su costado y le susurró algo de un abogado. ¡Por fin había logrado ponerse en contacto con uno! Eso era realmente muy bueno.

     Cuando Mara se sentó, hizo el intento de susurrarle algo más, pero el investigador que las vigilaba se dio cuenta e inmediatamente le ordenó a Mara que diera vuelta a su silla y se sentara mirando hacia la ventana.

     Allí, castigada, Mara miraba hacia la calle, hacia un edificio cercano donde un hombre pasaba frente a la ventana una y otra vez. Ella se decía a sí misma quien como esa persona que no tiene problemas y está feliz de la vida en su casa y en su propio mundo, sin imaginar que es observado por alguien que está siendo torturada injustamente junto a sus compañeros. ¡Que horror! Nadie afuera sabe lo que está pasando aquí, incluso a nuestras propias familias no se les pasa por la mente todo lo que estamos viviendo, ellos aún creen que existe la justicia.

     Poco más de una hora después de que Mara retornó a la oficina, su abogado entró en la habitación y se acercó muy contento a ella para decirle que había arreglado las cosas con los detectives para que esa misma noche la pongan en un lugar mejor.

     Para su total sorpresa, Mara alegó inmediatamente diciéndole que prefería estar junto a las demás, pero el abogado, aún con cara de asombro, le insistió:

     Mara, eso ya ha sido debidamente arreglado con investigaciones, te van a poner aparte del resto y vas a estar sola ahí, tú acéptalo nomás, es lo mejor para ti, eso ya ha sido coordinado. Ahora yo voy a tener que marcharme, pero tú estate tranquila nomás, no te va a pasar nada.

     Mara continuó alegando, pero el abogado insistió en que eso era lo mejor para ella, que ese era el deseo de su familia y ya que ellos la estaban ayudando en todo, ella debía comprender y poner también de su parte. En cuando ella aceptó de muy mala gana, el abogado se marchó rápidamente, dejándola no muy convencida y definitivamente nada tranquila.


continuará ...

domingo, 10 de agosto de 2014

102 • ¿Lo Hemos Maltratado?

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     Cerca de las siete de la noche un detective vino por Karim a la habitación donde lo habían dejado olvidado desde las cinco y media en que lo habían traído de vuelta a la brigada. En el camino se cruzó con Mara a quien llevaban de regreso hacia la oficina del tercer piso donde la habían tenido inicialmente.

     Aprovechando que los detectives se veían un tanto intimidados por el hecho de que ella tuviera un abogado, Mara aprovechó a la pasada de comentarle que su abogado le había sugerido declarar y Karim le corroboró que no había ningún problema, ya que las declaraciones hechas ante investigaciones no tenían mayor peso y que en realidad lo importante era la declaración que harían después ante el juez.

     El investigador la tironeó nerviosa pero firmemente del brazo y ya no pudieron conversar nada más, pero esto había bastado para tranquilizarla lo suficiente.

     Condujeron a Karim a la oficina del sub-prefecto Bravo donde ya estaba aguardándolo su papá junto con el sub-prefecto, quien evidentemente ya le había dado su versión de los hechos.

     Luego de una bonita introducción en la cuál el sub-prefecto Bravo le detalló la misión de la Policía de Investigaciones, procedió a preguntarle con todo el descaro del mundo si algún miembro de la institución lo había maltratado de modo alguno.

     Karim, sin dejarse seducir por los aparentes buenos tratos, respondió inmediatamente que sí y enérgicamente solicitó hablar a solas con su padre, pero éste, luego de guiñarle un ojo, lo tranquilizó diciéndole que el sub-prefecto ya había tenido suficiente paciencia con ellos y que no debían abusar de su amabilidad.

     Karim, muy enojado aún, detalló los abusos de los que había sido víctima en las últimas horas: maltratos, falta de información sobre los cargos y sobre todo, el que no le hubieran permitido la llamada a un abogado.

     El sub-prefecto Bravo, interrumpiendo bruscamente su reclamo y dando evidentes signos de enfado ante su rebeldía, sugirió que la entrevista ya se estaba haciendo demasiado larga.

     Don René se despidió cariñosamente de Karim con el ofrecimiento de que lo contactaría con un abogado y con la venia del sub-prefecto, le dejó un paquete con comida que había traído para él.

     Pocos minutos más tarde, Karim fue conducido hasta el hall de distribución del primer piso donde se encontró con Ricardo a quien hacía poco habían traído también a la brigada. Durante algún rato estuvieron juntos esperando, pero luego vinieron por Ricardo para llevárselo a declarar. Karim quedó sólo y nuevamente parecieron olvidarse por completo de él.


continuará ...

viernes, 8 de agosto de 2014

101 • La Dejaron Destrozada

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     Pocos minutos antes de las siete de la noche condujeron a Beatriz de vuelta a la oficina de la sub-comisario Rojo para ser interrogada, seguida de su hermano Héctor, a quien el sub-prefecto había autorizado a participar.



     Beatriz seguía llorando.

     A pesar de que no les habían permitido llamar a un abogado y que les habían dicho todo el tiempo que aún cuando consiguieran la presencia de uno, éste no podría ayudarlos hasta que pasaran a juzgado, ya que los interrogatorios que se hacían allí eran absolutamente privados y no podían contar con la presencia de nadie ajeno a la institución, a pesar de todo eso, fomentaron la presencia de Héctor para que éste la presionara con todo tipo de amenazas.

     Si bien la tuvieron allí desde las siete hasta las nueve de la noche, dos horas en que la sub-comisario Correa, la sub-comisario Rojo y su hermano Héctor no dejaron de atormentarla ni un momento, aún peor que el día anterior, las irregularidades en su interrogatorio fueron tales que en el acta de su declaración policial figura como si la hubieran tenido hasta las doce de la noche, en cuyo caso la sub-comisario Correa y la sub-comisario Rojo hubieran tenido que poseer el don de la ubicuidad, ya que entre las nueve y las once de la noche estuvieron oficialmente interrogando a Mara, como consta en los documentos que la misma Policía de Investigaciones presentó posteriormente al sexto juzgado del crimen.

     Los investigadores la inculpaban de todo tipo de atrocidades. Las presiones eran muchas así como las acusaciones. Ella intentaba callar todo lo que podía y sólo cuando su desesperación la forzaba, entre sollozos intentaba aclarar las mentiras de los detectives.

     Conocí a Ricardo a través de una entrevista que dio sobre Tantrismo en radio Portales poco después de llegar a Chile en 1989. Después de que escuché la transmisión, le escribí una carta, nos conocimos en persona a inicios de 1990 y a los pocos meses nos casamos —les contaba Beatriz.

     También les aclaró que tenía una excelente relación con las otras cinco esposas de Ricardo y les explicó que para ellos era más importante el matrimonio religioso y que ninguna de ellas sentía celos ya que eran como hermanas.

     Héctor intervenía constantemente en el interrogatorio, algunas veces para poner al tanto a los investigadores sobre los detalles que conocía de la vida familiar de su hermana —lo cual era muy poco, ya que él jamás había ido a visitarlos, sólo lo había hecho en una ocasión doña Eloísa, la madre de Beatriz, quien había vuelto muy contenta por la paz que allí se vivía— pero en la mayoría de los casos lo hacía para presionarla cada vez que los detectives lanzaban alguna acusación, poniéndose del lado de ellos y siendo más cruel aún en sus acusaciones y amenazas.

     Cuando los investigadores usaron las fotos para acusarlos, ella les explicó que eran para ilustrar el libro que Ricardo estaba escribiendo y que todo allí era montaje, ya que ninguna de ellas llevaba candados en la vulva ni en los pezones, tal como el médico ya lo había verificado.

     Jamás hemos forzado a nadie, las personas que nos visitan pertenecen a nuestra Religión o son personas que acuden a Ricardo en busca de consejos para su vida, a veces incluso de su vida sexual, pero que en todos los casos vienen por su voluntad y se marchan cuando lo desean, nunca hemos obligado a nadie a nada —les explicaba ella cuando la acusaban de haber forzado a otras mujeres a realizar prácticas sadomasoquistas.

     El hermano de Beatriz, muy molesto al ver que su apellido había aparecido en los noticieros y dejándose llevar por el escándalo que investigaciones había desatado, estuvo durante todo el tiempo que duró su interrogatorio «formal», presionándola para que firmara y afirmara lo que Policía de Investigaciones quería y amenazándola con que él mismo iba a conseguir la forma de encerrarla en una clínica psiquiátrica de la que no podría volver a salir si no colaboraba con los investigadores, ya que prefería eso a que ella terminara en una cárcel destrozando de ese modo a su madre y ensuciando el apellido familiar.

     Después de que tipearon todo lo que quisieron, mediante más amenazas y más golpes, la obligaron a firmar tres hojas de una declaración que ella no había hecho y que no le permitieron leer.

     Beatriz estaba destrozada, no podía más. No le importaba que su hermano le dijera que los investigadores la iban a ayudar y que ahora verían cómo sacarla de allí lo antes posible, lo único que quería era desaparecer, que la dejaran en paz, no volver a saber nada de nadie.


continúa ...

miércoles, 6 de agosto de 2014

100 • Tenían Derecho A Un Abogado

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     En la oficina en donde las mujeres aguardaban a que las llamaran a declarar, se oía mucho, mucho ruido... ruidos de voces, ruido de música e incluso ruido de golpes.

     Eran pasadas las seis de la tarde cuando vino un investigador delgado, de barba y con apariencia de tramitador a explicarles cuáles eran sus derechos. La primera a la que se acercó fue a Gaby y empezó su maravilloso discurso diciéndole que sí tenía derecho a un abogado.

     ¡Resultaba realmente chocante! Después de más de treinta horas en que ellos habían insistido para que se les permitiera llamar a uno y los Investigadores recién admitían que, en realidad, sí tenían derecho a pedir su presencia.

     Gaby no quiso dejar pasar el momento e interrumpió rápidamente el discurso del investigador. Realmente no sabía a quien iba a llamar, ya que los dos únicos abogados que conocía estaban allí arrestados también, pero si era su derecho, deseaba hacer su llamada, algo se le ocurriría. Solicitó que en ese caso, tal como era su derecho, se le permitiera llamar por teléfono, pero para nueva frustración de ella, a pesar del admirable discurso que le acababa de soltar el investigador donde parecía que al fin las leyes empezaban a cumplirse y algo de justicia habría, no le permitieron hacer la llamada. Se la negaron con un rotundo ¡NO!, sin mayores explicaciones y sin permitirle alegar o continuar hablando.

     El investigador continuó desde el punto en el que se había quedado, explicándole que por el hecho de ser peruana, ella podía, si quería, pedir la presencia de su cónsul y que si ella así lo solicitaba, se redactaría un papel, el cual debía firmar y sería enviado al Consulado al día siguiente.

     ¡Otra más de las tretas de Policía de Investigaciones! Recién les informaban del derecho que como extranjeros tenían de exigir que se comunicara inmediatamente su situación a su Consulado (tal como está estipulado en la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares), Ricardo se lo había exigido expresamente al sub-prefecto Bravo el día anterior al ser arrestados, pero los policías no sólo lo habían ignorado sino que habían manipulado los partes para que figurara como que todos habían sido arrestados recién ese día y por si esto fuera poco, les informaban de su derecho a estas horas de la tarde, con lo que la comunicación llegaría al Consulado peruano recién al día siguiente, esto es, casi cuarenta y ocho horas después del arresto y lo mismo harían con el oficio para el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Jefatura Nacional de Extranjería.

     Gaby le dijo inmediatamente que sí, que ella deseaba la presencia de su cónsul, pero ni bien terminó de decir la frase empezó a dudar si había hecho lo correcto ya que no estaba totalmente segura de lo que esto implicaba, pero el investigador ya se había marchado y estaba ahora preguntándole lo mismo a Mercedes y ella, que no sabía ni sabe mucho de leyes, también le dijo que sí, aunque con una duda tremenda dando vueltas en su cabeza.

     Después que el investigador con apariencia de tramitador le dio el mismo discurso a Elsa, se marchó rápidamente.

     Las chilenas no fueron informadas de su derecho a solicitar un abogado… aunque de todos modos no importaba realmente, ya que igual no les hubieran permitido hacer uso de él.

     Mercedes miraba con insistencia a Gaby como preguntándole que debía hacer, pero ella, que ni siquiera estaba segura que lo que había respondido fuera lo mejor para todos, no supo qué contestarle.

     Mercedes movió disimuladamente las manos preguntándole, con el pseudo lenguaje de los sordomudos que de niña había aprendido en el colegio, con la esperanza de que Gaby la entendiera.

     Gaby sí lograba entender lo que Mercedes quería preguntarle, más que por sus manos —ya que ella también en sus juegos infantiles había aprendido estas señas, aunque con algunas pequeñas variantes— porque ella también necesitaba que alguien le dijera cuál era la mejor opción pero, sin saber qué responder, se limitaba a mover negativamente la cabeza y a alzarse de hombros por toda respuesta.

     El tiempo transcurría y Mercedes en su desesperación —la cual iba en aumento— movía insistentemente las manos repitiendo una y otra vez la misma pregunta. No quería hacer nada que perjudicara el caso.

     Finalmente, Gaby se arriesgó a mover los labios diciéndole no sé, aunque sin emitir sonido alguno, pero el investigador, que parado al lado de Mercedes vigilaba la habitación, se dio cuenta y sin más juntó la puerta y ya no pudieron seguirse viendo.

     Poco rato después, un investigador vino y se llevó a Mercedes a una sala contigua para intentar nuevamente hacerla declarar pero, en cuanto entraron, ella se apresuró a repetirles con firmeza que no iba a hacer ninguna declaración sin la presencia de un abogado.

     En cuanto el detective verificó que ella era peruana, le preguntó si iba a esperar hasta que viniera su cónsul.

     Mercedes, intentando ahorrarse los malos tratos del día anterior, respondió afirmativamente y los investigadores, sin intentar nada más, la sacaron de allí.

     Cuando salió al pasillo, escuchó a unos investigadores que comentaban que dos de ellas ya habían firmado para que viniera el cónsul, pero no mencionaron los nombres y aunque lo hubieran hecho, a esas alturas igual no les habría creído.

     Cuando la iban a hacer entrar nuevamente a la oficina donde aguardaba Elsa, se cruzó con Lola a la que estaban llevando de regreso al cuartel central. A la pasada, Mercedes le preguntó desesperada:

     ¿Has firmado algo? ¿Has firmado algo?

     Ella quería que le dijera si debía o no firmar la solicitud para el cónsul, pero Lola la miró con extrañeza, no entendiendo a qué se refería y pensando que tal vez se tratara de los interrogatorios, le aseguró que ella no había firmado ningún papel.


continuará ...