... continúa
Cuando iba entrando, notó la presencia de un hombre, que con impecable bata blanca y parado a unos pocos metros de él, preguntó su nombre a uno de los guardias para anotarlo en unos papeles que llevaba enganchados en un tablero: se trataba de otro médico, el doctor Pedro Antonio León, que mirándolo de arriba abajo y sin revisarlo realmente ni hacerle ninguna pregunta, realizó de esta singular manera el «examen médico» a Beatriz, Mara, Jaime y Karim, según iban llegando al cuartel central y en sus fichas aseveró que ninguno de ellos presentaba lesión alguna.
El mismo estilo de examen fue realizado en teoría a Alberto, el cual no sólo no salió para nada de su celda aquel día, sino que ni siquiera vio jamás al peculiar doctor.
Por último «examinó» a Ricardo, el cual no llegó al cuartel central hasta una hora después de lo que figura en su ficha… pero las formalidades estaban cubiertas y con uno o dos minutos de diferencia las fichas de los exámenes fueron llenadas.
De todos modos… ¿qué importaba? ¿Quién se iba a dar el trabajo de revisar que en menos de diez minutos el dichoso doctor había, en teoría, examinado a seis personas y que éstas se hallaban en dos puntos distintos de Santiago? ¡Nadie! Y por eso, los policías podían sentirse seguros y continuar cometiendo irregularidades.
continuará ...
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