Aclaración: A pesar de lo que pueda haber dicho la Prensa sensacionalista, nuestro reclamo no es “contra Chile” sino, específicamente contra los malos funcionarios de una mala administración, quienes quebraron no sólo múltiples puntos de la Declaración De Derechos Humanos, sino hasta las mismas Leyes y Constitución del Estado Chileno.

viernes, 30 de enero de 2015

135 • Sola Con Todos Ellos

... continúa

     Cuando Gaby quedó sola en el pequeño teatro de la Policía de Investigaciones, miró por primera vez a su alrededor y vio que, aparte del investigador que les había estado dando órdenes, había un investigador parado detrás de la cámara, dos en la esquina derecha del salón, un par más en la esquina izquierda y otros tres cuchicheaban mirando en su dirección desde la mezanine, en total eran unos nueve o diez investigadores y todos eran hombres.

     Secamente le indicaron que se pusiera en pie, mientras visiblemente cerraban todas las puertas del lugar.

     Su corazón latía con mucha fuerza mientras tenazmente permanecía sentada, aferrándose firmemente a los brazos del sillón, intentando parecer tan relajada como en realidad no se encontraba. Definitivamente era más fácil cuando estaban todos juntos. Ahora todo dependía de ella y estaba más decidida que nunca a no dejarse doblegar, ya que si lo hacía, luego llamarían a otra y luego a otra... y al final, los habrían derrotado.

     El hombre la miró directamente a los ojos.

     Gaby le sostuvo firmemente la mirada como había hecho el primer día con el inspector gordo de barba. También esta vez fue el detective quién desvió la vista primero.

     El investigador la instó a que se dejara de tonteras y pasara adelante, pero ella le respondió con muy buen volumen, esforzándose en que no se notara el más mínimo temblor en su voz:




     ¡¡Yo no pienso salir adelante y caminar, si desean un vídeo de mí, tendrán que filmar como me golpean para subir y como me arrastran por la pasarela, ya que por mis propios medios jamás lo haré!!

     El investigador furioso, la insultó, los llamó a todos estúpidos e ignorantes y la retó para que le dijera cuáles eran sus estudios. Parecía que esa era su táctica para amedrentar a la gente, pero tal como las veces anteriores, cuando ella les respondió que era una profesional y que era analista de sistemas, el amedrentado fue el detective.

     Ahora el hombre —tal vez preocupado o tal vez intentando un nuevo método— le pedía que bajara la voz e intentaba hacerse el simpático y conversar. Cambiando visiblemente de tema, le preguntó sobre sus uñas, las cuales de nacimiento crecen hacia arriba y para molestarla, le dijo que parecían un arma.

     A mí, un lector de manos, me dijo en una ocasión que eran un signo muy propicio y que significaban desapego —respondió ella en tono despectivo.

     El investigador se la quedó mirando nuevamente en silencio, luego miró al camarógrafo que se hallaba al fondo de la sala y volvió al ataque. Los demás investigadores se estaban acercando, ella podía sentirlos a su espalda pero no quiso voltearse a mirar.

     El investigador a cargo, que era el único que hablaba, continuó intentando convencerla afirmándole que lo único que querían era ayudarla, que los investigadores no tenían nada contra ninguno de ellos y que lo único que él quería era cumplir con su trabajo.

     Si las cosas son como ustedes dicen, ¿por qué es que han golpeado a mis amigas?

     ¿A quien han golpeado? Ninguna tiene marcas. ¿Cómo es que dices que las han golpeado? ¿Tú te crees todo lo que te dicen tus amigas?

     ¡¡Es porque ustedes saben como golpear sin dejar marca!! ¡A Mercedes la han golpeado en el ojo que tiene malo y a Roxana la han abofeteado en la cara y desde ayer tiene en la mejilla izquierda la marca nítida en rojo de tres dedos que no se le han borrado! —Gaby, sin medir las consecuencias sobre ella, continuó echándoles los hechos en la cara cada vez más enojada por el cinismo de aquella gente.

     Después de algunos cuchicheos, el investigador volvió al ataque:

     Pero si tu amiga lo que tiene es una erupción, y eso, es una reacción alérgica. ¡No seas ignorante! —Afirmó con desprecio.

     ¡¿Una reacción alérgica que le surgió justo en el punto en el que le pegaron?! Además, es obvio que cada piel reacciona diferente. ¡Si mi amiga me dice que la han golpeado y ella me ha demostrado que es una persona en la cual yo puedo confiar, yo le creo a ella, no así a ninguno de ustedes que ni siquiera me han permitido hablar con un abogado hasta ahora!

     ¡Mira! Por si no lo sabes, nosotros aquí podemos hacer lo que queramos y nadie se va a enterar. Tú, ni ninguno de ustedes tiene derecho a ningún abogado si nosotros no lo queremos, así es que vayan terminando de una vez con esa cancioncita que ya me está cansando y mejor subes de una buena vez esas escaleras o si no…

     El investigador se veía visiblemente cansado ya de esta discusión que no lo estaba llevando a la victoria y mientras hablaba, miró a los otros detectives que se acercaron aún más, ahora estaban todos rodeándola muy de cerca.

     Ella, forzándose por mantener la calma, le contestó que su cónsul ya había sido informado de su presencia allí y que iba a presentarse en cualquier momento. No sabía si realmente le habían informado al cónsul y menos aún si vendría, pero necesitaba conseguirse apoyo de algún tipo.

     El investigador miró al detective que tenía a la derecha, y éste, moviendo negativamente la cabeza y alzándose de hombros, dijo suavemente: es peruana

     ¡Tu cónsul! ¡Qué va a hacer tu cónsul! ¡Tú, ni ninguno de tus compatriotas le importa nada y aunque nosotros le informemos que ustedes están aquí, probablemente ni venga! ¡Todos ustedes no son sino un verdadero estorbo, deberían llevarlos a las cárceles de su país para que vieran lo que es bueno, allí sí que los golpearían! ¡Peruanos ignorantes! ¡Ojalá se vayan pronto todos de aquí…! —Continuó el hombre furioso.

     Y así siguió, con una serie de insultos a ella y a su país, pero ahora Gaby simplemente permaneció en silencio.

     Cuando por fin se cansó de hablar, se la quedó mirando un rato más, luego, volteándose hacia el investigador que tenía a su izquierda, le ordenó que se la llevara para que le hicieran el acta de filiación.

     Gaby no sabía qué era el acta de filiación ni si debía permitir que se la hicieran, pero ya no tenía a quien preguntarle y mansamente se puso de pie.

     Recorrió con la vista el salón y pudo ver que el camarógrafo era el único que había quedado en su posición inicial y que todos los demás estaban tan sólo unos pasos alrededor de ella.

     Salieron del salón y descendieron nuevamente por las escaleras hasta el primer piso.

     El investigador encargado de cuidarla era joven, de cabello claro, terno y de aspecto limpio. Si bien su apariencia era agradable, mantuvo a Gaby todo el tiempo firmemente sujeta por el brazo mientras bajaban y al momento de hacer la curva en la escalera, le dio un tirón tan fuerte que la lastimó hasta el punto que ella, sin querer, hizo una mueca de dolor.

     Te sujeto así para que no te vayas a rodar por las escaleras y lastimarte… —dijo el hombre a manera de disculpa, sonriéndole hipócritamente.

     Salieron hacia la derecha y casi inmediatamente doblaron nuevamente a la derecha para entrar por un corredor en el que, un par de metros sobre la mano izquierda, había una puerta cerrada que ostentaba el letrero «Filiaciones» a un costado.

     El hombre le hizo una indicación para que se sentara en la banca frente a la puerta e intentó mostrarse simpático y convencerla por las buenas de que participara en el vídeo de fichaje, pero ella, firme en su decisión lo increpó:

     Tú y cada uno de ustedes, saben que todo lo que están haciendo aquí es ilegal, que nuestro arresto fue ilegal, que la historia que han contado a la gente sobre nosotros no es cierta y que nosotros tenemos derecho, al menos, a tener un abogado…

     El investigador, que en apariencia se veía algo más decente que los demás del lugar, se paseó un tanto inquieto de un lado a otro y no hizo ningún otro intento de convencerla. Después de unos veinte minutos de espera, la obligó a levantarse y la llevó de regreso a su celda.

     Ella se sentía victoriosa. Podrían inventar lo que quisieran de ellos, pero no iban a lograr doblegarlos.


continuará ...

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