continúa ...
La puerta del cuarto de cómputo se abrió un par de veces pero sólo para que pudieran entrar y salir investigadores cargando la supuesta evidencia y luego era vuelta a cerrar inmediatamente.
Carlos, que desde su ubicación en el interior del cuarto iba viendo pasar las distintas cajas, pensaba que todos los papeles o cosas que pudiesen encontrar no tenían ninguna importancia, pero cuando vio que un investigador salía cargando la caja amarilla de carpetas colgantes en donde tenían guardados los pasaportes, entonces sí se preocupó: ¡ahora sabrían que las visas de las cuatro peruanas estaban vencidas!
También Mercedes cuando vio salir al investigador y se dio cuenta de lo que llevaba, no pudo evitar un sobresalto ya que pensó que probablemente las iban a deportar, que las iban separar de Ricardo, puesto que ellas habían quedado ilegales pero él sí era residente.
Definitivamente, esto era lo peor que les podía suceder… al menos, eso era lo que creían hasta ese momento...
No les permitían hablar entre ellos y a cada palabra que intentaban decir, los cortaban con amenazas de todo tipo, pero a pesar del temor que tenían, o tal vez por este mismo temor y la desesperación por comunicarse, fue que empezaron a intercambiar miradas y señales tranquilizadoras.
Una de las veces en que Mercedes pasó por el costado de Ricardo para ir al baño, cruzó sus brazos sobre el pecho haciendo el gesto que significa te amo en el lenguaje de los sordomudos y él le respondió de la misma manera.
A partir de ese momento, cada vez que una de las señoras Badani se cruzaba con Ricardo, expresaban su unión con este gesto. Para ellos, este símbolo significaba mucho más que una simple muestra de cariño, era: puedes contar incondicionalmente conmigo, pase lo que pase.
En medio de muchos sobresaltos, Gaby alcanzó a decirle a Mara que si no les daban forma o plazo para arreglar su situación y las deportaban por estar ilegales, de alguna manera ella la llamaría por teléfono a casa de algún pariente y que no se preocuparan por ellas cuatro ya que se mantendrían unidas.
A partir de ese momento, cada vez que una de las señoras Badani se cruzaba con Ricardo, expresaban su unión con este gesto. Para ellos, este símbolo significaba mucho más que una simple muestra de cariño, era: puedes contar incondicionalmente conmigo, pase lo que pase.
En medio de muchos sobresaltos, Gaby alcanzó a decirle a Mara que si no les daban forma o plazo para arreglar su situación y las deportaban por estar ilegales, de alguna manera ella la llamaría por teléfono a casa de algún pariente y que no se preocuparan por ellas cuatro ya que se mantendrían unidas.
A pesar de lo confuso de toda la situación, aún a estas alturas estaban convencidos de que todo este malentendido terminaría por aclararse, lo único de lo que se les podía acusar era de la estadía ilegal en Chile de las cuatro peruanas y no podían tener problemas por nada más… simplemente ¡no podían!
Gaby intentó coordinar con las otras tres un lugar de encuentro en Perú, ya que pensaba que saliendo de allí tal vez no podrían volver a verse, pero le fue totalmente imposible.
En un momento en que la sub-comisario Correa cruzó la habitación donde mantenían a las mujeres, Fanny aprovechó de pedirle autorización para alcanzarle ropa de abrigo a Carlos. Él había estado trabajando en el campo antes del almuerzo y estaba vestido con ropas sumamente ligeras.
La sub-comisario, que ahora se esforzaba por parecer neutral, aceptó aunque de mala gana y Fanny corrió inmediatamente a buscar la ropa.
Varias de las señoras Badani, que también estaban preocupadas por lo desabrigado que andaba Ricardo, aprovecharon la oportunidad para pedirle a Fanny —la única a la que daban permiso para circular por la casa— que le pasara también ropa de más abrigo y zapatos a Ricardo, ya que dada la ubicación en que se hallaba sentado, era evidente que se debía estar congelando. El estaba en sus típicas zapatillas de levantarse y con un buzo bastante delgado que usaba para trabajar en la habitación de las computadoras, que era la más abrigada de la casa.
Fanny quiso aprovechar su buena racha y pidió nuevamente permiso —esta vez a la inspectora Yelka— para pasarle un par de zapatos a Ricardo, pero la mujer, devolviéndola bruscamente a la realidad y al trato brutal característico de ellos, le contestó:
— ¡¿Qué, tú eres la que le toca esta noche?!
Fanny respondió rápidamente, visiblemente indignada ante la insinuación, explicándole que lo hacía simplemente por amabilidad.
Nuevamente Ricardo tuvo que intervenir haciéndole señas para que se controlara, pero a Fanny, a pesar de saber que no le servía de nada discutir, le costaba muchísimo quedarse callada, realmente sentía mucha rabia hacia aquellas mujeres tan agresivas.
Al enterarse del pedido, la sub-comisario Correa se negó rotundamente a que Ricardo se cambiara de ropa, que se abrigara un poco y ni siquiera lo dejó ponerse zapatos, pero les ofreció a sus esposas, a manera de conciliación, que podría cambiarse después, antes de que se fueran a Santiago.
continuará ...