Aclaración: A pesar de lo que pueda haber dicho la Prensa sensacionalista, nuestro reclamo no es “contra Chile” sino, específicamente contra los malos funcionarios de una mala administración, quienes quebraron no sólo múltiples puntos de la Declaración De Derechos Humanos, sino hasta las mismas Leyes y Constitución del Estado Chileno.

jueves, 5 de septiembre de 2013

005 • ¿Por culpa de la depilación?

continúa ...
 

     Las demás mujeres, tomando un poco de valor, les preguntaron a los investigadores presentes en la habitación, por qué era que estaba pasando todo esto y la sub-comisario, a manera de respuesta, les gritó:

     ¡Cállense la boca! Nosotros sabemos muy bien todo sobre ustedes, por ejemplo, ¡sabemos que tú estás depilada! —Dijo, señalando a Mercedes— ¡Así como tú y tú y cada una de ustedes! ¡Así es que mejor no me molesten con preguntas o les va a ir muy mal!

     ¡Qué estupidez! Lo decía como si el depilarse fuese algún tipo de delito. La acusación era por demás ridícula, pero evidentemente, este no era el momento para discutir con ella sobre higiene femenina y las mujeres, prefiriendo no contestar, se limitaron a mirarla con desconcierto.

     Mercedes fue la única, que sin poder contener su asombro, les preguntó por qué era que los trataban de aquella manera si ellos no eran ningunos delincuentes, pero la sub-comisario, volviéndola a callar, le repitió que sabían todo sobre ellos y que estaban muy seguros de que todas se depilaban.

     Poco rato después, la inspectora rubia, a la que llamaban Yelka, se ensañó nuevamente con Mercedes y le ordenó que se levantara de la cama —donde aún permanecía acostada, visiblemente enferma y con fiebre— y que se cambiara el pijama por cualquier otra ropa, ya que en cualquier momento serían llevados todos a Santiago.

     El resto de las mujeres aprovecharon de pedirle autorización para ponerse ropa de más abrigo, ya que a pesar de no ser aún época de mucho frío en Chile, con el nerviosismo, no podían parar de temblar.

     La inspectora accedió de muy mala gana, pero cuando ellas quisieron cerrar la cortina que separaba el dormitorio del resto de la casa para poder darle un poco de intimidad a la habitación —la poca que se podía, dada la situación— puesto que en las habitaciones contiguas se encontraban investigadores hombres, los cuales no dejaban de mirarlas insistentemente y de una manera sumamente descarada y grosera, la inspectora les gritó:

   ¡Uy, ahora se hacen las mosquitas muertas! ¡¡¡Que tanto pudor tienen, si sabemos que a ustedes les gusta exhibirse ante todo el mundo!!!
 
     De inmediato todas las mujeres empezaron a protestar por lo injusto de tales insultos que se repetían una y otra vez y sin un verdadero fundamento y Mercedes, visiblemente indignada, se negó rotundamente a cambiarse de ropa mientras no accedieran en cerrar la cortina.
 
     A regañadientes y sin dejar de insultarlas, las investigadoras consintieron el pedido.

     En cuanto la cortina se cerró y las mujeres empezaron a desnudarse, las cinco o seis detectives que había en la habitación, simultáneamente dejaron de hacer lo que estaban haciendo y se voltearon para mirar en todo momento como se cambiaban, sin quitarles para nada los ojos de encima.

     ¡Fueron momentos realmente humillantes! La situación era por demás incómoda, ya que si bien no había hombres en el cuarto que las estuvieran mirando, las investigadoras daban la impresión de serlo.

     Fanny estaba convencida de que aquellas mujeres fácilmente podían pasar por hombres, cualquiera de los investigadores se veía mucho más delicado que ellas.


     Mientras se cambiaban de ropa, Gaby pasó al lado de Elsa y escuchó que tarareaba el mismo Mamntra que ella se había puesto a cantar sin parar desde que toda esta pesadilla había comenzado y volteándome a mirar a Mara, vio como movía la cabeza con el mismo ritmo. Todas estaban cantando lo mismo sin haberse puesto de acuerdo. Ella tuvo entonces la certeza de que nada les podría suceder, que pasara lo que pasara, permanecerían unidos.

     La sub-comisario Correa, en el tono más sarcástico que pudo encontrar, les indicó que mejor se abrigasen bien, ya que… tienen para rato allá.
 
     Haciendo caso de la advertencia, las mujeres se abrigaron suponiendo que podrían tener que quedarse hasta altas horas de la noche en la comisaría… Jamás se imaginaron cuánto se dilataría el final.
 
     Cuando las investigadoras juzgaron que las mujeres ya estaban lo suficientemente vestidas, y sin previa consulta, abrieron la cortina y pese a los ruegos de ellas, ya no les permitieron volver a cerrarla.
 

continuará ...
 
 

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