Aclaración: A pesar de lo que pueda haber dicho la Prensa sensacionalista, nuestro reclamo no es “contra Chile” sino, específicamente contra los malos funcionarios de una mala administración, quienes quebraron no sólo múltiples puntos de la Declaración De Derechos Humanos, sino hasta las mismas Leyes y Constitución del Estado Chileno.

jueves, 3 de octubre de 2013

011 • ¡Yo no autorizo la entrada de la Prensa!

continúa ...

 
     No les permitían comunicarse con alguien de afuera para avisar lo que les estaba pasando y cuando Ricardo solicitó hacer la llamada telefónica a la que lo facultaba la ley chilena, la sub-comisario Correa, en tono irónico le respondió:
 
     Lo siento Ricardo, pero es imposible, ya que, según ustedes mismos dicen, en la casa no hay teléfono… Pero no te preocupes, ya podrás hacer tu llamada cuando sean llevados a Santiago.
 
     Esta no era sino otra más de sus excusas ridículas, ya que ellos se comunicaban todo el tiempo a Santiago vía radio y celulares y varios de ellos los mantenían colgando visiblemente de sus cinturones.
 
     Ricardo insistió:
 
     Si vamos a ser llevados a Santiago necesitamos que alguien se venga a quedar en la casa para cuidar a los perros y nuestras cosas, tenemos computadoras que son equipo muy costoso y que no puede ser dejado así como así, además…
 
     La sub-comisario lo interrumpió para repetirle que ya llamarían de Santiago y se fue dejándolo con la palabra en la boca.
 
     Mientras tanto, las conversaciones por radio iban y venían y podía oírse cómo, desde Santiago, les iban informando en dónde se encontraba el grupo que venía a su encuentro.
 
     Los detectives en la casa ponían especial cuidado en la distribución de las cosas y cada vez se veían más ansiosos.
 
     Desde donde Carlos estaba observándolo todo, empezó a sospechar que seguramente vendría la prensa y a la primera oportunidad que tuvo se lo dijo a Ricardo, quién pidió hablar inmediatamente con la sub-comisario Correa, la cual se apareció mucho rato después por la casa pero sin prestarle ninguna atención.
 
     Ricardo la abordó y le recordó en tono bastante firme que si bien ellos, con la orden del juez, tal vez tuvieran autoridad para allanar y hacer todo lo que estaban haciendo, la prensa no podía entrar a propiedad privada sin la autorización del dueño.
 
     La sub-comisario lo calmó asegurándole que no iba a ser así, que no iba a pasar nada y que la prensa no iba a entrar a la casa y siguió revoloteando vigilando cómo su gente organizaba todo.
 
     A medida que el grupo que venía de Santiago se acercaba, el nerviosismo entre los policías aumentaba, hasta el punto que se despreocuparon un poco de sus detenidos y de la investigación misma.
 
     Ahora los investigadores se encontraban muy interesados en su apariencia personal, se preguntaban entre ellos cómo se veían, se peinaban y se arreglaban los unos a los otros frente al espejo de cuerpo entero que había en el hall de distribución.
 
     Rato después, se podía oír que por los radios les informaban que la prensa ya estaba en camino, que se hallaban a la altura de Rengo y los instaban a tener todas las cosas en orden en la casa. A una indicación de la sub-comisario Correa, el investigador les respondió ya pueden venir, ya tenemos todo listo.

     Mara encontró muy raro el comentario. ¿Qué está listo? Pensó que tal vez se referían a que ya habían sido arrestados. Nunca imaginó siquiera que se trataba del espectáculo que estaban montando.
 
     Gaby, que había alcanzado a oír al investigador, se volteó muy alarmada y le dijo a Ricardo que la prensa estaba rumbo a donde ellos, pero otro detective la hizo callar bruscamente.

     Nuevamente Ricardo abordó a la sub-comisario Correa para recordarle que el terreno era propiedad privada y que la orden que ellos tenían para allanar no incluía a los periodistas.
 
     Definitivamente NO autorizo, por ningún motivo, la entrada de la prensa en mi propiedad y menos aún en mi casa. ¡No autorizo la entrada de ninguna persona que no esté amparada por una Orden Judicial! —Remarcó.
 
     Esta vez, la actitud de la sub-comisario fue muy distinta, hizo callar a Ricardo de forma ruda y ya no le importó mantener la tranquilidad con engaños como había hecho la vez anterior.
 
     ¡Mira Ricardo, tú mejor te callas, si yo quiero ellos van a entrar y todos ustedes ya me están cansando, así es que mejor estate tranquilo y callado de una buena vez si no quieres que tome otras medidas! —Le dijo, sin siquiera mirarlo de frente a la cara.
 
     Ahora era evidente que el gran momento era la llegada de los medios de prensa y que todos los preparativos eran para eso.
 

continuará ...

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