continúa ...
Cuando a través de sus radios les informaron que los jefes ya estaban llegando al terreno, sacaron a Carlos del cuarto de cómputo donde lo habían mantenido todo este rato y junto con Ricardo los encerraron en el baño, custodiados por dos investigadores que los vigilaban, manteniéndolos en todo momento encañonados con sus armas.
Hicieron que cada uno se sentase en un extremo del baño, lo más alejado posible uno del otro y los dejaron esperando.
Carlos quedó admirado al notar que a pesar de lo difícil de toda la situación, a Ricardo se le veía bastante tranquilo, incluso aprovechó el encierro para conversar con los detectives sobre los valores morales, el honor policial, el honor en los procedimientos y sobre el hecho de que las personas tuviesen derecho, como mínimo, a un trato digno.
Toda esta conversación se desarrollaba en medio de bastante confusión, ya que a veces llamaban por radio a los investigadores o les gritaban a través de la puerta para saber dónde estaban, pero cada vez que lo interrumpían, Ricardo, pacientemente, volvía a retomar el hilo de la conversación.
Carlos, si bien se esforzaba por mantener su atención en lo que Ricardo hablaba, no podía evitar que por su cabeza pasaran rápidamente miles de cosas. Pensaba en las posibilidades a futuro, qué pasaría con su Religión, con su forma de vida, qué pasaría con el resto de ellos y con la relación que habían mantenido hasta ese momento…
Alrededor de las cinco de la tarde, el jefe de la Brigada de Delitos Sexuales y Menores, sub-prefecto Miguel Bravo Boado, que era quien estaba a cargo de la operación, hacía su entrada triunfante en la casa, acompañado del prefecto Luis Cariz, jefe de comunicaciones de la institución y el prefecto inspector metropolitano José Sotomayor Llanoa, ex jefe de la región metropolitana.
Inmediatamente el alboroto dentro de la casa se incrementó.
El sub-prefecto Bravo fue directamente al baño donde tenían a los hombres encerrados y por todo saludo se limitó a preguntar en forma muy despectiva:
— Bueno… ¿Cuál es? ¿Cuál es?
Los detectives que estaban vigilándolos le señalaron a Ricardo y el sub-prefecto Bravo se acercó a él.
— ¡Pórtate bien! —Le dijo cacheteándolo suavemente en el rostro y sin más, volvió a salir del baño.
Inmediatamente el alboroto dentro de la casa se incrementó.
El sub-prefecto Bravo fue directamente al baño donde tenían a los hombres encerrados y por todo saludo se limitó a preguntar en forma muy despectiva:
— Bueno… ¿Cuál es? ¿Cuál es?
Los detectives que estaban vigilándolos le señalaron a Ricardo y el sub-prefecto Bravo se acercó a él.
— ¡Pórtate bien! —Le dijo cacheteándolo suavemente en el rostro y sin más, volvió a salir del baño.
continuará ...
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