continúa ...
Después del «paseo» por el interior de la propiedad, los regresaron a la casa.
Las mujeres fueron llevadas de regreso a la habitación en la que habían estado antes y los hombres fueron devueltos al cuarto de baño, donde entró nuevamente el sub-prefecto Bravo, para amenazar más explícitamente que antes a Ricardo con que si no confesaba, él mismo lo iba a obligar a firmar el papel. Lo amenazó con golpes delante de Carlos, y si bien no llegó a golpearlo ahí, en su presencia, sí lo amenazaba y hacía gestos como emulando que le pegaba de cachetadas.
Un rato después, entre las seis y las seis y media de la tarde, vinieron por Carlos, lo llevaron a la habitación de las mujeres y le ordenaron sentarse en el extremo de una de las camas mientras Ricardo era llevado hacia adentro para conversar a solas con los jefes.
Un rato después, entre las seis y las seis y media de la tarde, vinieron por Carlos, lo llevaron a la habitación de las mujeres y le ordenaron sentarse en el extremo de una de las camas mientras Ricardo era llevado hacia adentro para conversar a solas con los jefes.
El prefecto Sotomayor dirigió la conversación y en tono muy tranquilo le preguntó, por primera vez, quién era, qué pensaba, le preguntó sobre su forma de vida y sobre los hallazgos encontrados en la casa. Preguntaba en forma educada y coherente y Ricardo le contestaba de la misma manera.
Ahí recién, Ricardo pudo explicar que era Hinduista y les habló sobre su relación con las seis mujeres de la casa y a pesar de que el prefecto Sotomayor insistía en que ellas seis eran sus esclavas y Ricardo tenía que corregirle cada vez, explicándole que eran sus esposas en la Religión y que en su fe eso estaba permitido, el tono se mantuvo en todo momento cordial, incluso le sustentó la base de su matrimonio y de su ideología no sólo con textos del Hinduismo, sino que lo corroboró con pasajes Bíblicos.
Además, les demostró que los folletos sobre esclavitud —que eran principalmente los que ellos querían retorcer—, correspondían a un grupo de folletos para un proyecto de investigación social y psicológica de corte restringido y dirigido a adultos, que se estaba realizando en Santiago desde el año ’92 y para lo cual había obtenido los permisos correspondientes, año a año, de carabineros de Chile, con firmas, sellos y todo.
También le hicieron preguntas —en tono malicioso— sobre los látigos y las fustas y Ricardo no tuvo ningún inconveniente en demostrarles, con material impreso, que eran para la investigación para el clásico francés «La Historia de O» que estaba desarrollando, la cual en su etapa final se enlazaría con las estadísticas del proyecto de investigación y publicaría electrónicamente junto con Axis, los representantes de Apple Internacional en Chile.
Ricardo le mostró al prefecto los avances en la traducción de la obra a los cinco principales idiomas de Europa, así como las fotografías originales y las fotografías retocadas que serían empleadas en las ilustraciones.
— Mire señor prefecto, ahí está el material y no creerá que estamos invirtiendo tanto tiempo y esfuerzo en esa obra por las puras —concluyó Ricardo.
La conversación fue larga y a pesar de sus exabruptos, con el prefecto Sotomayor se podía hablar, incluso en ocasiones posteriores en que Ricardo tuvo oportunidad de conversar con él, lo encontró bastante racional. Por momentos, también con la sub-comisario Correa podía llegar a entablar una conversación coherente —no mucho, pero algo, y sólo por momentos— cuando se encontraba lo suficientemente tranquila. Era con el sub-prefecto Bravo con el que no se podía razonar en modo alguno, él sabía lo que quería hacer y no le interesaba para nada la verdad.
continuará ...
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