Aclaración: A pesar de lo que pueda haber dicho la Prensa sensacionalista, nuestro reclamo no es “contra Chile” sino, específicamente contra los malos funcionarios de una mala administración, quienes quebraron no sólo múltiples puntos de la Declaración De Derechos Humanos, sino hasta las mismas Leyes y Constitución del Estado Chileno.

lunes, 11 de noviembre de 2013

La Casa de Calle Guanaco

     Karim, Claudia, Alberto, Roxana y Jaime se pusieron de acuerdo para compartir una casa, compartiendo entre los hombres todos los gastos y entre las mujeres todas las responsabilidades del manejo y la administración.

     Buscaron en los avisos de los periódicos, pero la cosa no era tan fácil como parecía. Si bien había muchas ofertas, con Alberto con visa de turista y Karim y Jaime como estudiantes y realizando pequeños trabajos para mantenerse, no tenían ninguna referencia comercial que ofrecer.

     Pero, tuvieron suerte…

     Una simpática casa en Santiago, ubicada en la calle Guanaco, comuna de Conchalí, con un propietario que no les exigía más que los depósitos de garantía, era más que suficiente para ellos.

     No tenían por el momento mayores ambiciones y la casa se hallaba muy bien ubicada: de dos pisos, de material noble y, si bien pequeña, tenía todas las comodidades.

     No lo dudaron ni un instante, la arrendaron e inmediatamente se instalaron.

     En la sala comedor acondicionaron la biblioteca y ubicaron un computador ya obsoleto que Ricardo les había cedido y que les servía para tipiar los trabajos de la universidad.

     En el segundo piso, los dos dormitorios más amplios quedaron para las dos parejas (Karim con Claudia en el que quedaba al final de las escaleras a la mano izquierda  y Alberto con Roxana en el siguiente) y a Jaime le tocó el pequeño.

     En la parte delantera de la casa había un pequeño jardín protegido por una reja, que si bien resguardaba la casa, no aseguraba que la pequeña perrita que Claudia había rescatado hacía unos meses vagando perdida por las calles, no se saliera por entre los barrotes. Pero, seguían con suerte… el dueño de la casa, amablemente, se ofreció a hacer soldar planchas de metal a todo el rededor. Cuando terminaron de poner las altas planchas y las pintaron, definitivamente el aspecto de la casa no era lo que ninguno de ellos había imaginado... por fuera se veía un gran bloque negro que la afeaba bastante, pero en su esfuerzo por mantenerse positivos, tuvieron que reconocer que esto lograba que la visibilidad hacia adentro fuera prácticamente nula, lo cual les servía para resguardar su intimidad, además se veía muy segura y, definitivamente, la traviesa Pelusa jamás podría escaparse.

     Alberto consiguió una empresa en la que podía usar el computador durante el día para avanzar sus programas a cambio de solucionarles cualquier problema que surgiera con las máquinas, los cuales, felizmente, no eran muchos.

     Jaime, por su parte, había preferido hacer primero las prácticas en un conocido estudio de abogados y Karim había optado por darle prioridad a la tesis. Ambos estaban ya en la recta final para convertirse en flamantes abogados.

     Roxana y Claudia se repartieron las labores domésticas y se hacían compañía mientras los hombres partían muy temprano en la mañana y pasaban prácticamente todo el día fuera.

     Todo era muy tranquilo en la casa, la convivencia se les había hecho muy agradable y todo estaba bien…

 

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