Aclaración: A pesar de lo que pueda haber dicho la Prensa sensacionalista, nuestro reclamo no es “contra Chile” sino, específicamente contra los malos funcionarios de una mala administración, quienes quebraron no sólo múltiples puntos de la Declaración De Derechos Humanos, sino hasta las mismas Leyes y Constitución del Estado Chileno.

lunes, 28 de julio de 2014

099 • Mediante Golpes Y Engaños

... continúa


     Cerca de las seis de la tarde recogieron a Jaime de los calabozos y lo llevaron nuevamente a la oficina donde lo habían tenido la noche anterior y en aquel lugar, mientras permanecía todavía esposado, se reanudaron los interrogatorios… y los golpes, junto con la insistencia para que declare.

     La mayoría de tus compañeros ya ha hecho sus declaraciones, todo el resto está salvando su pellejo, hazlo tú también. ¡Sálvate a ti mismo! —Lo engañaban los investigadores para presionarlo.

     Nosotros sabemos que tú eres el menos culpable, pero los demás te están inculpando a ti para salvarse.

     Incluso le decían que Ricardo ya estaba declarando y que estaba diciendo que pertenecía a una secta y contando todo lo que en ella hacían.

     Le insistían y le insistían, una y otra vez, en que lo único que ellos querían era su declaración y que más le valía que los ayudara porque era la única forma en que él podría salir de allí, ya que al paso en que iban, como él era el único que no se estaba defendiendo, iba a ser el único en caer, quedaría en la cárcel y cargaría con las culpas de todos los demás, en cambio, si colaboraba con ellos, le iban a dar toda la ayuda que necesitara, incluso le permitirían hablar con un abogado y saldría libre muy rápidamente.

     Jaime se negaba firmemente una y otra vez, lo cual desesperaba aún más a los investigadores que se molestaban, lo amenazaban y lo golpeaban nuevamente.

     Hartos ya de no obtener ningún resultado, los detectives optaron por llevar a la investigadora que supuestamente estaba embarazada para que le pidiera la declaración. La investigadora aludía su estado y le insistía para que, por favor, no dilatara más el asunto porque lo único que ella quería era irse a su casa y poder descansar, ya que se sentía bastante mal.

     A Jaime, en realidad, le daba exactamente lo mismo los argumentos que usaba aquella mujer, pero al parecer, los detectives pensaban que a través de ella podrían generarle algún tipo de complejo de culpa.


continuará ...

viernes, 25 de julio de 2014

098 • ¿La Hemos Golpeado?

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     Poco antes de las seis de la tarde, un investigador vino a la oficina y se llevó a Mara con él.

     Después que Mercedes, Beatriz y Fanny les habían contado como las habían maltratado el día anterior, Gaby sintió un escalofrío ahora que quedaba sola en aquella habitación, no sabía que esperar, no sabía hasta donde serían capaces de llegar ahora y pensaba que tal vez, este día, no se librarían de que también a ellas las golpearan.

     Llevaron a Mara a la oficina del sub-prefecto Bravo donde ya estaban esperándola sus dos hermanos.

     Yo he venido para ver cómo estás y si necesitas algo. En realidad a ti se te ve bastante bien y eso me tranquiliza —le dijo uno de sus hermanos muy serio— pero lo que a mi me preocupa ahora, por sobre todo, es la mamá, ella está muy preocupada y alterada por todo esto…

     El verlos a ellos dos ahí le dio a Mara mucha fuerza y valor, ni ella misma se reconocía ahora, e interrumpiendo a su hermano a la mitad de su discurso, le contestó en tono cortante:

     A mí también me preocupa la mamá, pero no hay nada que yo pueda hacer por mejorar su situación. ¡Todo esto no depende de mí, sino de ellos!

     Señalaba furiosa al sub-prefecto Bravo, pero el sub-prefecto, como quien oye llover, ni se inmutó y cuando Mara les contó que estaban siendo golpeados y los estaban obligando a firmar declaraciones falsas, el hombre se volvió con todo el cinismo del caso hacia ella para preguntarle:

     ¿La hemos golpeado?

     Mara le contestó que a ella no pero que a sus compañeros sí les habían pegado y que ella había escuchado cómo los golpeaban y había visto como los habían dejado.

     Por indicaciones del sub-prefecto Bravo la entrevista se hizo muy breve.

     Al momento de despedirse, su otro hermano le aseguró que en el transcurso de ese día iba a venir a verla un abogado y que cualquier cosa que ella necesitase se la comunicara a él, que el abogado sería el enlace entre ambos.

     Poco menos de media hora después, un investigador la condujo hasta un pasillo lateral donde la aguardaba el mismo hombre de terno que habían visto pasar poco después de que fueran traídas ese día a la brigada y que le informó que era el abogado contratado por su familia.

     A esas alturas, ella no creía en nada ni en nadie —bien podía ser uno de los investigadores suplantando a un abogado— verdaderamente sentía una desconfianza atroz. Sólo después de que el abogado empezó a hablar y le dio algunas pistas pudo estar segura de que era quién decía ser.

     Cuando Mara le contó que los estaban obligando a hacer declaraciones bajo amenazas y golpes, el Abogado le aseguró que legalmente no era necesario que contestaran a los interrogatorios de investigaciones y se excusó diciéndole que él no podía hacer nada hasta que el caso pasara al juez, aunque le aseguró que no había nada de qué preocuparse ya que aún aquellos a los que habían obligado por la fuerza a firmar declaraciones falsas podían estar tranquilos, ya que sus declaraciones no tenían valor a menos que las ratificaran ante el juez. Por último, le informó que el día viernes serían llevados al juzgado a declarar.

     La presencia del abogado allí realmente no servía de mucho, ya que los investigadores tenían un poder tal que podían hacer y deshacer como mejor quisieran con ellos, pero al menos evitaba que cometieran demasiados atropellos con Mara por temor a las consecuencias y para ella, significaba un vínculo con el mundo exterior, con su familia y la esperanza de que todo terminaría por aclararse muy pronto.

     El abogado, que en realidad no tenía nada más por hacer, terminó por sugerirle que si se lo solicitaban, lo mejor sería que hiciera su declaración, ya que así no la maltratarían y que ahora que ellos sabían que ella tenía un abogado, lo más probable era que la dejaran declarar libremente para no arriesgarse.

     Al poco rato se despidió preguntándole si necesitaba algo. A Mara no se le ocurría qué pedir, lo único que ella necesitaba era que los sacaran de allí, pronto, ¡a todos!


continuará ...

lunes, 21 de julio de 2014

097 • ¡Yo No He Hecho Nada!

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     En la habitación en que mantenían retenida a Fanny, su mamá y su hermana continuaban presionándola y cada vez que ella intentaba hacerlas entrar en razón, la mamá y la hermana le repetían —a manera de diálogo aprendido— que tenía que cooperar, que los investigadores eran personas buenas que querían ayudarla y que Carlos la había engañado.

     A pesar de que habían tenido fuertes diferencias, que no habían sabido comprenderla y respetar sus decisiones e incluso de lo mal que se habían comportado con ella y con Carlos, a Fanny no le gustaba ver a su madre y a su hermana en ese estado. Toda esta situación le resultaba muy difícil y los detectives aprovechaban para meterle aún más presión de toda la que ya tenía para intentar quebrarla y convencerla para que declare.

     Después de un rato, la llevaron a una oficina contigua en donde, a los pocos minutos, apareció su hermana Ana, que sin decirle nada se largó a llorar desesperadamente. Fanny no pudo aguantar más las lágrimas y partió a llorar ella también, le dolía mucho verla así y entre sollozos le repetía:

     ¡Yo estoy bien Ana!… Pero no esperes que esté feliz de verlas después de la forma en que ustedes se comportaron con Carlos y conmigo. ¡Estoy bien! Y no voy a hacer ninguna declaración sin un abogado ¡Entiéndanme! —Fanny repetía ahora en su cabeza su Mamntra con mayor fuerza que antes. Luchar contra los investigadores la noche anterior le había resultado difícil, pero luchar ahora contra su propia familia era realmente duro para ella.

     En ese momento entró a la oficina la sub-comisario Correa, que ignorándola por completo, le habló a Ana queriéndola convencer de la importancia de que Fanny colaborara y pegándole en la cabeza con un lápiz, terminó diciéndole que ella no quería entender.

     Ana saltó inmediatamente en su defensa y le gritó a la sub-comisario que no le pegara a su hermana. Fanny aprovechó para repetirle que era así como los habían tratado todo este tiempo.

     Fanny no aguantó más la presión y quiso salir de la habitación, pero los investigadores al verla vulnerable la obligaron a quedarse con su hermana y se marcharon dejándolas solas para que conversaran, pero con la puerta junta para escucharlo todo.

     Ana le siguió repitiendo que tenía que colaborar, que tenía que hacerlo, que tenía que hacer lo que los investigadores querían y le contó que los detectives les habían dicho que la iban a condenar a cinco años de cárcel y que después iba a ir a un hospital psiquiátrico en donde no la iban a poder ni visitar.

     ¡No voy a ir a ninguna cárcel y no voy a estar en ningún psiquiátrico porque yo no he hecho nada! Todo lo que ellos están haciendo es un show. Le están pegando a los hombres. Nos tratan súper mal, con insultos y groserías. ¡No esperes que les diga las mentiras que ellos quieren! —Le respondió Fanny en forma muy enérgica.

     En la mirada de Ana había pena e incredulidad, los investigadores la habían convencido de que Fanny estaba loca o lavada de cerebro y a pesar de las explicaciones que ella le daba no parecía alcanzar a entenderla.

     Fanny le volvió a repetir que ella estaba bien y que era muy feliz con su vida a pesar de los momentos difíciles por los que estaban pasando ahora.

     Después de muchas inútiles lágrimas y ruegos para que Fanny colaborara, Ana se marchó aún pensando que su hermana estaba perdida, engañada y quién sabe que más.

     Fanny no podía hacer nada. Bastante años había tenido su familia para comprobar que ella era feliz con Carlos, que él era un hombre bueno que se preocupaba mucho por ella y ahora, era como que las cosas buenas que habían visto durante todo este tiempo se hubieran borrado totalmente, no querían ver, sólo creían lo que los investigadores les habían contado.

     Pero bueno… no podía hacer nada y no había más vueltas que darle al asunto, ella sabía que no era culpable de nada y no pensaba renunciar a su forma de vida, no pensaba renunciar al amor de Carlos ni mucho menos decir las mentiras que los detectives querían.

     Un detective vino por Fanny y la condujo fuera de este grupo de oficinas hacia algún otro lugar en el enredado edificio. Cuando pasó junto a las otras mujeres, que después de casi una hora aún seguían sentadas en las sillas del hall de distribución, tenía las mejillas muy rojas y expresión alterada.

     Los detectives, al ver que no iban a obtener nada de Fanny le tomaron declaraciones a la mamá y a la hermana de ella, a pesar que ninguna era miembro de la Religión, que jamás habían participado de ceremonia alguna y peor aún, ni siquiera conocían al resto de los arrestados, a excepción de Carlos (su esposo) y Claudia (a quien habían visto en una sola ocasión).

     Las mujeres que estaban fuera en el hall de distribución vieron venir poco rato después, de la misma dirección de la que había venido antes Fanny, a una mujer que lloraba, gritaba y no paraba de lamentarse. Adivinaron que se trataba de la hermana de Fanny. El parentesco era evidente. La mujer se mantuvo como histérica por algunos minutos hasta que al parecer recordó que debía hacer una llamada y, olvidando como por arte de magia la parodia que representaba, se volteó y en un tono absolutamente sereno le pidió prestado el teléfono a uno de los investigadores.

     Gaby y Mara se quedaron mirando incrédulas todo el teatro. ¡Pobre Fanny, cuánto más habría representado en presencia de ella!

     En el mismo instante en que Ana colgó el auricular, retornó a sus gritos y lágrimas desde el mismo punto en el que se había quedado y pocos minutos más tarde, con la misma brusquedad con que había cambiado sus estados de ánimo, se despidió de los investigadores en un tono sumamente amistoso, sereno y formal y luego se marchó acompañada por su silenciosa madre.


continuará ...

viernes, 18 de julio de 2014

096 • ¿Abogado?... ¡Sólo En Las Películas!

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     A los pocos minutos de llegar a la brigada, vino una investigadora y se llevó a Beatriz a otro sector de oficinas donde la dejó sola con un detective, el cual, mostrándose muy amistoso, intentó convencerla para que declarara. Ella, firme en su posición, le contestó que no iba a hacer ninguna declaración hasta que no la dejaran hablar con un abogado, pero el investigador le respondió:

     Eso de pedir un abogado existe solo en las películas. En la realidad no es así…

     Beatriz le repitió que no le iba a decir nada y aunque el investigador insistió en que él sólo quería ayudarla, ella simplemente calló.

     El investigador empezó a hacerle preguntas sobre su Religión y le aseguró que su interés era puramente personal y que nada tenía que ver con la investigación, pero Beatriz sonreía y se limitaba a mirar al suelo moviendo la cabeza de izquierda a derecha, como diciéndole ¿No entiende que no voy a hablar?

     El detective estuvo por más de una hora tratando de convencerla para que declarara hasta que alguien vino y le avisó que la llevara a la oficina de la sub-comisario Cristina Rojo Vergara, la cual la recibió diciéndole:

     Hola linda, aquí estamos para ayudarte.

     Sonaba tan falsa e hipócrita que a Beatriz le resultó insoportable. La sub-comisario siguió intentando ser amable y le ofreció un bocadillo, pero ella, a pesar de su hambre, le agradeció cortésmente y rechazó el ofrecimiento. Estaba visiblemente fastidiada por toda la situación.

     La sub-comisario siguió intentándolo... Le preguntó por qué era que se negaba a declarar y Beatriz volvió a repetirle lo mismo que les había dicho a todos los demás, no haré ninguna declaración mientras no cuente con la asesoría de un abogado.

     La sub-comisario continuó durante largo rato con su pose amable pero a cada pregunta de ella, Beatriz le volvía a repetir el pedido de un abogado.

     Llevaban ya buen rato así cuando bruscamente la puerta se abrió y entró el sub-prefecto Bravo con su típica cara de pocos amigos.

     La sub-comisario le explicó que Beatriz insistía en que quería un abogado.

     ¿Quiere un abogado? ¡Yo la voy a llevar donde un abogado!

     El sub-prefecto la cogió bruscamente del cuello y la levantó en peso de la silla. Beatriz, muy molesta, quiso zafarse de esa garra que le lastimaba terriblemente, pero el sub-prefecto la sujetó aún con más fuerza produciéndole un intenso dolor y la condujo de esta brutal manera hasta su oficina.

     Allí estaban esperándola su hermano Héctor y la esposa de éste, los cuales evidentemente acababan de tener una larga conversación con el sub-prefecto Bravo. Al verla se acercaron a ella para saludarla pero Beatriz, aún desconcertada, les respondió muy fríamente al saludo.

     El sub-prefecto Bravo, dirigiéndose a otro investigador que estaba también en la oficina, le dijo en tono irónico:

     ¡Así que esta niña tiene antecedentes psiquiátricos!

     Héctor intervino para decirle a Beatriz que tenía que colaborar, que estaba muy enferma y que necesitaba ayuda profesional, pero ella muy indignada le reclamó que le que creyera en los investigadores sin siquiera haberle preguntado qué era lo que realmente había sucedido y señalando con rabia al sub-prefecto Bravo le dijo que esa gente la había maltratado, la habían insultado y golpeado, pero tanto su hermano como su cuñada ignoraron todo lo que ella les decía.

     Tienes que darte cuenta de lo mucho que estás haciendo sufrir a tu mamá y a tus hermanos con todo este escándalo, nosotros sólo te queremos ayudar, queremos que muy pronto estés en casa. Tienes que colaborar con los investigadores —repetía su cuñada.

     El sub-prefecto Bravo, con cara de satisfacción, la amenazaba una y otra vez con los psiquiatras y con que después de todo aquello iban a enviarla recluida en una clínica de por vida.

     Lo único que ellos quieren es que yo declare cosas que no son ciertas, esa es la única forma en que ellos quedarán contentos, yo ya les he dicho la verdad una y otra vez y no me han querido hacer caso, es por eso que no quiero hacer ninguna declaración mientras no tenga un abogado —les explicaba Beatriz, cada vez más desconsolada no pudiendo contener por más tiempo las lágrimas. Lloraba y lloraba y le suplicaba desesperadamente a su hermano para que no le creyera a los detectives— ¿No te das cuenta que si yo afirmo sus mentiras terminarán separándome de Ricardo? ¿No te das cuenta de que yo lo amo y no puedo vivir sin él?

     Héctor, sin demostrar ni siquiera un poco de compasión hacia su hermana, seguía intentando forzarla a declarar y para convencerla, le aseguraba que podría ayudar más a Ricardo desde afuera y que lo mejor sería que colaborara con los detectives.

     Ella lloraba sin consuelo, repitiendo lo mismo una y otra vez.

     ¿Así que a su hermana no le gustan los psiquiatras? ¡Ustedes mismos me han dicho que ella tiene antecedentes psiquiátricos y si no quiere declarar por las buenas, entonces declarará por las malas! —Intervino el sub-prefecto Bravo, visiblemente fastidiado ya de lo prolongado de la escena.

     Héctor, que seguía del lado del sub-prefecto, le aseguró a Beatriz que después ellos la ayudarían con todo lo demás, pero que ahora debía colaborar.


continuará ...

domingo, 13 de julio de 2014

095 • Aún Más Presión...

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     Fanny, que había seguido la misma ruta que Lola, fue obligada a entrar en la segunda oficina de ese sector, en donde ya la aguardaban dos detectives para interrogarla.

     No voy a hacer ninguna declaración sin un abogado —les dijo ella con firmeza ni bien entró en la habitación, y era lo único que repetía cada vez que los investigadores la amenazaban entre gritos y empujones para presionarla.

     Media hora pasó sometida a estos malos tratos sin que pudieran obtener de ella otra frase distinta, hasta que vino a buscarla un detective que la tomó con rudeza del brazo y la llevó casi a rastras hasta la oficina contigua donde la aguardaban su mamá y su hermana Ana. A pesar de que Fanny ya se imaginaba que podía verlas en cualquier momento fue un verdadero impacto para ella encontrarlas allí.

     ¡Ahí está tu madre! ¡Salúdala! ¿No te da vergüenza verla en ese estado? ¿Cuanto tiempo hace que no la has visto? —Le dijo en cuanto entró, uno de los investigadores presentes, con la clara intención de meterle aún más presión.

     Fanny se acercó a besar a su mamá pero ella permaneció inmutable y en un tono muerto, carente totalmente de emoción, le dijo que tenía que cooperar con los investigadores, que tenía que decirles lo que ellos querían para que pudiera volver pronto a casa con ella.

     A pesar de que Fanny le explicaba que los habían golpeado y que les hablaban con groserías, su mamá simplemente no reaccionaba… Los investigadores, a esas alturas, ya habían hecho muy bien su trabajo de convencerla a ella y a su hermana que Fanny estaba implicada con un grupo sumamente peligroso y nocivo y que los detectives eran los únicos que la podían ayudar.

     Hace casi tres años que mi hermana está con esta gente. En aquella época Fanny estaba pasando un estado de angustia aguda y fue captada por ese sujeto, Carlos —le decía Ana a los detectives queriendo justificar a Fanny— En esa fecha mi hermana tenía grandes conflictos emocionales, tenía problemas de adaptación, problemas de entendimiento con los demás integrantes de la familia… ella permanecía muy sola y por eso cayó en depresión y fue víctima fácil de esos sujetos que diariamente buscan personas con problemas de esta naturaleza para absorberlos en la secta.

     Fanny recordó que ella siempre había sentido inclinación por el Hinduismo y cuando visitaba a los Hare Kr’s’n’a, su mamá se molestaba muchísimo y se burlaba de ella ya que no podía soportar la idea de que no fuese Católica, aunque el ser «Católica» no fuera sino un título que no la obligara a nada y que eran los continuos ataques de su familia hacia sus creencias las que la habían distanciado de ellos.

     Posteriormente, cuando conoció la alternativa del Tantrismo y se resolvió por esta Religión, la escena había sido muy desagradable, tan desagradable que Carlos decidió apresurar su matrimonio religioso con ella para evitarle los continuos malos ratos que le hacían vivir. Llegaron incluso a decir que Carlos la había secuestrado y fue la misma Ana quien presentó una denuncia en su contra, a pesar de que ellos sabían muy bien que Fanny y Carlos estaban viviendo en un departamento en Peñalolén. La denuncia, si bien no había prosperado, sí había producido un mayor distanciamiento desde entonces.

     Ana se quedó mirando fijamente a Fanny con expresión reprobatoria y le recriminó duramente su deplorable aspecto.

     ¿Pero qué quieres que haga? Nos quitaron los cordones de los zapatos y no nos han dejado ni siquiera asearnos ¡¿Cómo quieres que no esté así, en esta facha?! —Explicaba Fanny en vano, queriendo desesperadamente que comprendieran.

     Fanny no pudo dejar de pensar en los supuestos criminales que había visto tantas veces en la televisión, siempre se veían tan culpables, tan terriblemente peligrosos… ahora ya no sabía que pensar, ahora que veía de cerca todo el mecanismo para que la persona se viera desaseada y mal de apariencia y la forma escandalosa en que eran exhibidos… también ellos ahora aparentaban ser terriblemente culpables y peligrosos.


continuará ...

jueves, 10 de julio de 2014

094 • ¿Ahora Me Vas A Pegar...?

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     Mientras esperaban sentadas y en obediente silencio, entró un hombre vestido de terno que pasó de largo sin mirarlas, Gaby pensó que tal vez fuera el abogado que su familia le había contratado a Mara, aunque no se veía muy bien vestido y además, era bastante más joven de lo que hubiera supuesto.

     Después de un largo rato de espera, fueron llevadas a una habitación en el tercer piso que tenía el mismo estilo de decoración de mal gusto y aspecto de oficina pública que todas las anteriores.

     Le ordenaron a Gaby sentarse en la silla que estaba cerca de la puerta, a Mara la hicieron sentar en una silla a la derecha, cerca de la ventana que daba a la calle y Beatriz quedó casi frente a ambas en el otro extremo de la misma habitación.

     Frente a la puerta de entrada, había dos puertas más. A Mercedes y a Elsa las hicieron entrar por la puerta de la derecha que daba a otra oficina. Mercedes quedó sentada cerca de la entrada y Elsa en una silla que estaba más al fondo de la habitación, fuera de la visión de las mujeres del cuarto contiguo.

     Llevaron a Lola por la puerta de la izquierda, la cual conducía a un pasillo que comunicaba con más oficinas y le ordenaron entrar por la primera puerta donde un investigador y una investigadora ya estaban sentados esperándola.

     Esta pareja, muy educadamente y en tono conciliador, empezó a preguntarle sobre su forma de vida y si eran varias las mujeres que vivían con Ricardo Badani, pero ella se limitó a mirarlos fijamente sin decir ni una sola palabra.

     Los investigadores le ofrecieron soltarla inmediatamente si firmaba una declaración en contra de Ricardo, pero por toda respuesta, ella sonrió irónicamente mirando ahora al techo.

     Pasado un buen rato sin que los detectives consiguieran que ella emitiera sonido alguno, hizo su aparición la inspectora Yelka, que al enterarse de su rotundo silencio, empezó a vociferar e, indicando que debía desnudarse para el interrogatorio, le ordenó quitarse la chaqueta que llevaba puesta.

     Lola se puso en pie lentamente y pausadamente se quitó la chaqueta mientras la inspectora le seguía ordenando rudamente que se desvistiera. Aún en total silencio y en el mismo calmoso estilo, Lola se quitó la chompa que llevaba y luego se sentó cruzando firmemente los brazos sobre su cuerpo.

     La inspectora, cada vez más molesta, insistió en que continuara desnudándose, pero ella le contestó firmemente que no se quitaría ni una prenda más.

     — ¡Seguramente que la preocupación que demuestran por esos perros es porque practican el bestialismo! ¡¡Deben ser todas lesbianas!! —Gritaba e insultaba la inspectora— ¡¡¡Todos los peruanos son una basura. No veo las horas de botarlos de mi país!!!

     — No me grites —Le recriminó Lola, sin poder contener por más tiempo su indignación.

Esto puso a la inspectora más furiosa todavía, la cara se le congestionó y avanzó amenazadoramente hacia Lola. Ella esperó, esforzándose por mantenerse muy tranquila y cuando la tenía bien cerca de su rostro le dijo:

     — ¿Ahora me vas a pegar, no es cierto?

     La mujer levantó bruscamente su mano derecha y cuando estaba a punto de descargar el golpe, se detuvo en seco al sentir que se abría la puerta de la oficina.

     La rubia, aún con expresión de rabia en su cara, dio media vuelta y se fue de la habitación profiriendo aún más insultos y dando un sonoro portazo tras de sí.

     Después de ella hizo su aparición otro hombre que entró gritando e insultando:

     — ¿Qué es eso que me dicen que no quieres declarar? ¡¡A mí no me vas a hacer perder mi tiempo!! ¡¡¡Más vale que empieces a hablar de una buena vez o yo te voy a enseñar lo que es bueno!!! —La amenazó.

     El detective empezó a escribir una declaración y mientras lo hacía, continuaba con sus amenazas intentando amedrentarla. Al terminar, le acercó una hoja llena en su totalidad, con una declaración que jamás había hecho e insistió más rudamente aún para que la firmara.

     Lola alejó de sí el lapicero y el papel que el hombre le había acercado, sin darse el trabajo de leer su contenido y se negó rotundamente a firmar ninguna declaración. El detective se la quedó mirando un buen rato con cara de odio pero finalmente tuvo que darse por vencido y se marchó también muy enojado.

     Los dos detectives que estaban en la oficina desde el principio, insistieron un poco más en su ofrecimiento de dejarla ir en cuanto firmara, pero al ver que no iban a lograr nada, se rindieron y no hicieron ya más intentos.

     Lola, por su parte, para intentar disminuir un poco la presión que sentía, intentó socializar con esta pareja que parecía un poco menos agresiva que el resto y para evitar que le hicieran preguntas a las que no deseaba responder, empezó ella a sonsacarlos sobre sus jefes y la situación en la que se hallaba la investigación.

     Los dos investigadores, muy tranquilos y seguros de sí mismos, le contaron cómo sus superiores estaban muy contentos por la forma en que se iba desarrollando todo, del gran mérito que iban a obtener con este caso y que era prácticamente seguro que todos los que habían participado consiguieran una mención muy favorable y tal vez incluso, un ascenso.

continuará ...

miércoles, 2 de julio de 2014

093 • De Regreso A La Brigada

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     Serían aproximadamente las cinco de la tarde cuando un guardia hizo salir a Roxana de la celda y junto con otros detenidos, los hicieron a todos formar fila durante unos minutos en el corredor afuera de los calabozos del primer piso para luego llevarlos a la recepción. No había nadie conocido allí.

     Poco a poco se fueron llevando a los demás y sólo quedó Roxana parada a la salida de la recepción, esperando a que la llevaran nuevamente a prestar declaración.

     Bastante más tarde, los investigadores fueron por las mujeres que estaban en La Patilla y las llevaron a todas juntas a la recepción donde las dejaron aguardando mientras se organizaban. Unos minutos de caos después, las hicieron salir para subir a la furgoneta en la cual serían transportadas.

     Las mujeres se cruzaron por primera vez con Roxana que aun permanecía parada del lado de afuera del umbral de la recepción. Estaba muy mal vestida, con una falda larga, un polito gastado y una chompa abierta encima que a todas luces se veía que estaba muy poco abrigada, además de estar bastante despeinada, pero a pesar de todo se veía muy serena.

     Al parecer, su terrible miopía no le permitió ver cuando ellas pasaron a su costado, ya que siguió mirando descuidadamente en otra dirección y las demás mujeres no quisieron arriesgarse a cruzar palabra con ella.

     Cuando estaban ya a punto de partir, los investigadores se acordaron que Roxana también debía acompañarlos y en sus características malas maneras le ordenaron subir a la furgoneta.

     Dos detectives subieron también y de un sólo tirón las obligaron a arrimarse para darles sitio en los primeros asientos.

     Poco rato después, estaban nuevamente en la brigada de investigaciones y nuevamente sentadas en las sillas al lado del baño en el primer piso.

continuará ...