... continúa
Cuando le tocó el turno de ser encerrada a Gaby y el guardia abrió la puerta de la siguiente celda, ella no sólo vio la misma oscuridad que había visto cuando le abrieron el portón a Elsa, sino que ahora, ya más cerca de la entrada, sintió salir un olor nauseabundo que lo envolvía todo, era como si se estuviera ante la entrada a una cloaca o de un terrible infierno, al que ella, sin atreverse a protestar, se apresuró a ingresar.
El guardia solamente juntó la puerta y se marchó sin echarle llave.
Gaby entró tanteando a la celda y se topó con las clásicas bancas de cemento que rodeaban casi todo el perímetro. El piso se sentía húmedo a través de los zapatos y si bien aún no podía ver cual era el estado de las bancas, prefirió arrodillarse sobre ellas y gatear hasta llegar a la esquina del fondo de la celda. Allí se quedó hasta que su vista se acostumbró a la oscuridad. Estaba sola.
Dejó por primera vez brotar sus sentimientos. Se abrazó a sus rodillas y lloró, lloró con fuerza pero en silencio para que nadie pudiera escucharla. Lloraba de rabia por todo lo que les estaba ocurriendo, todavía no entendía cómo era que ellos se hallaban allí, no podía entender quien los había acusado y de qué, y por qué toda esta gente los trataba de esa vil manera. Lloró llamando a Ricardo y su recuerdo, la preocupación por él y el no saber qué era lo que le estarían haciendo en esos momentos, la serenó rápidamente.
No le gustaba estar sola en una celda, aquella gente no le daba ninguna confianza y la puerta junta la hacía desconfiar y la preocupaba aún más. Prefirió quedarse sentada y permanecer alerta a cualquier ruido.
El guardia volvió al poco rato y le preguntó si llevaba panty medias. Le dijo algo así como que debían habérselas hecho sacar el día anterior y le ordenó que cuando se las hubiera quitado las pusiera en la ventanilla, que él ya vendría a recogerlas después. Luego se marchó.
Gaby se apresuró a quitarse los pantalones, sacarse las panty y volverse a vestir antes que el guardia fuera a volver y luego, ya más relajada, las puso en la ventana y se quedó mirando para ver si lograba distinguir a alguien.
Un rato después se acercó una persona a la ventanilla. Estaba tan oscuro que no podía distinguir quién era.
Gaby se acercó cuando reconoció la voz de Mercedes que preguntaba por las panty, que en la negrura no había notado colgando de la puerta. Mercedes le comentó que el guardia le había explicado que la medida era para evitar que se ahorcaran con las medias y le había encargado recogérselas al resto.
No se atrevieron a conversar nada más y Mercedes se marchó rápidamente.
Gaby volvió a su rincón y se decidió a dormir, si bien intentando mantenerse en vigilia… por si acaso. Se quitó la casaca que la abrigaba y se la puso encima a manera de frazada, metió ambos pies por una de las mangas como había hecho el día anterior y puso ambas manos bajo su cabeza a manera de almohada. Se encogió todo lo que pudo para que la casaca la mantuviera caliente. Era bastante difícil dormir en aquella posición, pero algo logró, ya que cuando la puerta de la celda se abrió nuevamente, ella se sobresaltó. Se enderezó inmediatamente y se quedó en silencio intentando ver lo que ocurría.
Una persona entró a la celda tanteando con las manos como había hecho ella antes y la puerta de la celda se volvió a juntar inmediatamente. Con gran esfuerzo pudo distinguir a Fanny y en cuanto pensó que el guardia se había alejado lo suficiente la llamó, estiró la mano hasta tocarla y la condujo al rincón donde ella se hallaba.
Para Gaby, la alegría de no estar sola y poder ver a alguien conocido era tan grande que en cuanto Fanny llegó a su lado la abrazó fuertemente diciéndole lo feliz que estaba de que ella estuviera allí.
Fanny le contó que había sido traída muchísimo antes y que los guardias no las habían dejado dormir en toda la noche pasándoles lista a cada rato y cambiándolas de celda constantemente. Además le contó que hasta donde había alcanzado a ver, la mayoría de ellas ya se hallaban allí.
Luego de contarse sus últimas desgracias, se decidieron nuevamente a intentar dormir. Fanny, con más valor y espíritu de investigación del que tuviera Gaby, revisó el resto de la celda y encontró en la otra esquina de la banca de cemento una frazada vieja con la que se tapó. Gaby prefirió pasar frío y limitarse a su casaca.
continuará ...
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