Aclaración: A pesar de lo que pueda haber dicho la Prensa sensacionalista, nuestro reclamo no es “contra Chile” sino, específicamente contra los malos funcionarios de una mala administración, quienes quebraron no sólo múltiples puntos de la Declaración De Derechos Humanos, sino hasta las mismas Leyes y Constitución del Estado Chileno.

domingo, 4 de agosto de 2013

Violación a la libertad religiosa en Chile de 1996

Por la razón...
 ¡O la fuerza!
 
 
La Inteligencia exige discutir las razones que se tiene;
la Fuerza se ejerce para compensar en algún modo la falta de argumentos.
Sofocleto
Manual del Perfecto Deportado
 
 
       El martes 26 de marzo de 1996, la Brigada de Delitos Sexuales y Menores de la Policía de Investigaciones de Chile (BRISEXME), allanó tanto nuestra casa en Los Maquis —un pueblito ubicado a 2 horas al sur de Santiago, en la VI región y a 8 kilómetros de la carretera principal— así como la casa de Karim en Santiago de Chile.
 
      Fuimos arrestadas 15 personas —14 de nosotros miembros de la misma Religión, además de la hermana de uno de los hombres, que casualmente se hallaba de visita— en un asombroso despliegue de policías armados… y equipos de camarógrafos de diversos canales.
 
      Durante los cuatro días en que estuvimos inhumanamente detenidos en los calabozos de Policía de Investigaciones —que son de la peor índole— NO se nos informó de los cargos y NO se nos permitió hacer llamada alguna y durante todo ese tiempo e incluso durante los cuatro días posteriores en que fuimos enviados a la penitenciaría, entre presos comunes y de alta peligrosidad, se nos mantuvo —ilegalmente— INCOMUNICADOS.
 
      Policía de Investigaciones de Chile, en coordinación con los medios de prensa nos hizo aparecer ante la opinión pública como una secta religiosa dedicada al secuestro y violación de menores, tratantes de blancas, satanistas y sadomasoquistas, con la intención deliberada —confesa por ellos mismos— de exacerbar los «deseos de justicia por propia mano» que dichos cargos —en especial los primeros— hacen aflorar en los presos con los cuales compartimos nuestro confinamiento, recibiendo amenazas de muerte u otro tipo de escarmiento, conforme al «código de conducta» de los presos locales.
 
      La prensa, por su parte, aprovechó el escándalo para aumentar jugosamente sus ventas y apoyándose en el material —plantado e intencionalmente distorsionado— que Policía de Investigaciones ilegalmente les proveía, contribuyó a seguir fabricando todo tipo de atrocidades en torno a nosotros.
 
      Las variadas y escandalosas acusaciones que los Policías afirmaban que había en nuestra contra, finalmente quedaron reducidas a una inconsistente denuncia de secuestro y violación —hecha por una solterona de treinta y cinco años— la cual ni siquiera fue ratificada en su momento.
 
      Al cabo de ocho días de arresto —mucho más de lo que la ley chilena permite, incluso en los casos más extremos de terrorismo y narcotráfico— fuimos dejados en libertad incondicional por falta de méritos, término legal que —al menos en Chile— significa que JAMAS EXISTIO DELITO ALGUNO.
 
      Dada la magnitud de todos estos atropellos y del escándalo desencadenado por la prensa conjuntamente con Policía de Investigaciones, el Gobierno chileno se pronunció rápidamente… procediendo a expulsarnos a la brevedad del país (?), cometiendo así aún más atropellos contra los derechos humanos y eliminando, de paso, toda posibilidad de contra demanda por parte de los agraviados (o sea, nosotros).
 
      Hasta la fecha, a pesar de que nuestra inocencia quedara ampliamente probada por la sentencia emitida por el sexto juzgado del crimen de Santiago de Chile, la persecución continúa, incluso fuera de territorio chileno.
 
      Las organizaciones nacionales e internacionales —tanto instituciones a nivel Perú y Chile, así como los organismos internacionales— de derechos humanos que deberían al menos revisar el caso, se niegan a hacerlo o dilatan el emitir una respuesta.
 
      Creemos que es tiempo de que las organizaciones de derechos humanos se den cuenta que la libertad religiosa también está siendo vulnerada a nivel mundial. Este abuso implica el atropello —simultáneo— de las libertades individuales, de expresión y religiosas y NO PUEDE SER TOLERADO. Aunque a nosotros pueda no gustarnos una «secta», sus adherentes deben tener PLENA LIBERTAD de decidir sobre sus propias vidas.
 
      Aquí les presentaremos la historia real, según las versiones de nosotros mismos —acompañándola de la amplia documentación que tenemos al respecto— y sin alterar los nombres para «proteger a los inocentes», ya que después de que estos inocentes fueron tan vilmente satanizados, queremos dejar muy en claro aquí qué fue lo que realmente pasó.

 
 
 
 
No hay nada en el mundo (ni siquiera en los ámbitos del Absurdo) que justifique una deportación.
Deportar es admitir que la víctima es de una intachable conducta moral ya que,
aparte del exilio, el Régimen no ha encontrado otra manera de sacudírsela de encima.
Deportar es, también, admitir que el zambo tiene razón en lo que dice
y que el Gobierno carece de argumentos para retrucarle.
Sofocleto
Manual del Perfecto Deportado

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