Aclaración: A pesar de lo que pueda haber dicho la Prensa sensacionalista, nuestro reclamo no es “contra Chile” sino, específicamente contra los malos funcionarios de una mala administración, quienes quebraron no sólo múltiples puntos de la Declaración De Derechos Humanos, sino hasta las mismas Leyes y Constitución del Estado Chileno.

viernes, 3 de enero de 2014

037 • El juego del «Policía Bueno»

continúa ...


      La habitación del primer piso, cuya puerta habían cerrado tan bruscamente cuando las hicieron subir, era simplemente la cafetería de la brigada, la cual estaba arreglada con un poco más de cuidado que el resto del edificio. Tenía distribuidas unas seis a ocho mesitas redondas, con cuatro sillas por mesa y una puerta a la izquierda que daba a una pequeña cocina.
 
     Poco después de la una de la mañana, trajeron a Mara. La hicieron sentarse en la mesa del fondo, a la izquierda, mirando hacia la esquina. La habitación estaba completamente vacía.
 
     A Elsa, la segunda en llegar, la colocaron en la esquina del fondo a la derecha, mirando también hacia su rincón.

     Gaby quedó en la misma mesa que Mara y el investigador que las vigilaba les advirtió que más les valía que no se atrevieran a conversar. Su privilegiada ubicación con vista a la puerta de entrada, le permitía ver a todos los que pasaban.

     A Beatriz la hicieron sentarse junto a Elsa y por último a Lola, la sentaron en la misma mesa con Mara y Gaby, pero mirando a la pared del fondo.

     Había un solo investigador encargado de cuidarlas: el del pelo que parecía un cepillo recortado y que jugaba al policía bueno. No había participado en los allanamientos y las miraba con cara de diversión.


     El detective, abordando a las mujeres de la mesa de la izquierda, sacó con gran descaro del bolsillo de su camisa una agenda que habían «tomado» de la casa de Los Maquis y comenzó a leerles frases impresas en ella. ¡La repartición del botín había comenzado ya!

     La agenda, que Ricardo había preparado por pedido de sus esposas y que iba dirigida a ellas seis, contenía poemas sobre el amor, la verdadera feminidad y la entrega.

     El investigador hacía visibles esfuerzos para que las mujeres conversaran con él, pero a esas alturas, ellas habían optado por no contestar a nada, dijeran lo que dijeran y se limitaban a sonreír ligeramente y a mirarlo con desdén.

     Después de muchos intentos y al ver que ninguna de las tres mujeres le prestaba atención, el investigador se fastidió.

     ¡Yo simplemente estoy queriendo ser amable, después no se quejen… les convendría portarse bien conmigo y tener alguien que les ayude aquí!


continuará ...
 
 

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