continúa ...
Tan sólo unos minutos después,
apareció en la cafetería la inspectora Yelka y su aspecto era aún más viril que antes.
Al parecer, ella y la
sub-comisario Correa, eran las que más disfrutaban amenazando, asustando y
golpeando a la gente, ya que durante toda la noche no cesaron de entrar y salir
de las distintas salas de interrogatorio para participar en los momentos de
mayor tortura.
La inspectora las miró lentamente
deteniéndose en cada una y luego dijo, como hablando para sí misma:
— ¿A ver… con quién me voy a
desquitar primero...? —Después de una larga pausa, señalando a Beatriz
continuó— ¡¡Tú, ven conmigo!!
Beatriz se levantó sin decir
palabra y caminó hacia ella con los ojos fijos en el suelo.
— ¡Perdóneme usted! Por favor, señora… ¿me haría el favor de acompañarme? —Continuó diciendo la inspectora en un tono totalmente fingido y cuando Beatriz, aún muda y con la vista baja, pasaba a su lado, le pegó con la mano un violento golpe en la nuca y gritó— ¡¡¡Ya, puta, camina de una vez si no quieres que yo misma te lleve a patadas!!!
Mara dio un brincó en el asiento.
¡¡¡Estaba furiosa!!! ¿Con qué derecho trataban así a Beatriz a la que sentía
como su hermana menor? ¡Si hubiera podido se hubiera parado a tomarle cuentas a
aquella mujer!
Pero Beatriz ni siquiera se
inmutó ante la violencia del golpe y siguió caminando con la mirada firmemente
clavada en el piso.
Fue llevada a una sala amplia con
un solo escritorio pegado a la ventana y un par de sillas al costado. La inspectora
Yelka le ordenó que se sentara y se dedicó a hacerle comentarios desagradables
sobre su persona y a continuar insultándola mientras ella callaba.
Beatriz estaba muy impactada e
intimidada ante su agresividad. ¡Era tan machona!… Jamás la habían tratado de
aquella manera.
continuará ...
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