Aclaración: A pesar de lo que pueda haber dicho la Prensa sensacionalista, nuestro reclamo no es “contra Chile” sino, específicamente contra los malos funcionarios de una mala administración, quienes quebraron no sólo múltiples puntos de la Declaración De Derechos Humanos, sino hasta las mismas Leyes y Constitución del Estado Chileno.

miércoles, 15 de enero de 2014

040 • Presionando a Gaby

continúa ...


     Cuando faltaban unos diez minutos para las dos de la mañana, el inspector Silva pasó por la cafetería y se quedó parado en la puerta mirando a las mujeres.

     El investigador bajito, que aún seguía intentando que hablaran, se levantó de la mesa para reunirse con él y en susurros cruzaron unas cuantas frases. Luego el gordo habló con buen volumen dirigiéndose a ellas. Gaby alzó la vista aunque sin prestar ninguna atención a lo que decía. Era la primera vez que lo veía.

     Parece que tú estás muy fresca aquí ¿no? ¡Ven conmigo para interrogarte! —Le ordenó el inspector al ver que ella era la única que lo miraba.

     Gaby —que había empezado a mirarlo todo como una pasiva espectadora— no hizo ningún intento de protestar, se levantó de la silla y lo siguió por donde el inspector le iba indicando.

     Subieron hasta el tercer piso y entraron en una diminuta oficina con un único escritorio. El inspector se sentó del lado de adentro y le indicó a Gaby sentarse frente a él, cerca de la puerta.

     El gordo cogió una hoja en blanco, un bolígrafo y empezó a interrogarla. Le preguntó su nombre, su edad, el nombre de sus padres, y en fin, las mismas preguntas que tres veces les habían hecho ya desde que llegaron a la brigada y ella le dio exactamente las mismas respuestas.

     El inspector, animado por la aparente cooperación, continuó interrogándola sobre el tiempo que había permanecido en Chile y si se hallaba ilegal en el país, pero en este punto, Gaby dejó de contestar para informarle que no iba a responder a ninguna otra pregunta sin la presencia de un abogado.

     El inspector queriendo intimidarla, se paró de su silla, empezó a subir el tono de su voz y a adelantar su enorme humanidad en el escritorio con un gesto amenazador. Ella se esforzó por mantener la calma y se limitó a repetirle, muy lentamente, que no hablaría mientras no le dejaran llamar a un abogado.


     ¡¿Es que eres tonta, imbécil o qué?! ¡¡Aquí no vas a tener un abogado mientras nosotros no queramos que tengas uno!! Además, las leyes en este país no son así, tú tienes primero que declarar. ¡Haz visto demasiadas películas! —Dijo furioso.

     Películas o no, no voy a hacer ninguna declaración mientras no esté un abogado presente —le dijo por tercera vez, remarcando cada palabra y su tono denotaba la firmeza de su decisión.

     El inspector, que ahora la miraba con fiereza, continuó levantando cada vez más el volumen de su voz y siguió con sus amenazas diciéndole que ellos allí tenían técnicas para forzarla a hablar, que la podían golpear y hacer lo que quisieran con ella, ya que nadie se iba a enterar.

     Pueden hacer lo que quieran, pero definitivamente no voy a decir una sola palabra más mientras no cuente con la presencia de un abogado. Están perdiendo su tiempo conmigo.

     El inspector Silva cada vez se veía más furioso.

     Mira, habla si quieres o si quieres calla, total, a mí no me importa lo que hagas. De todos modos… ¡¡Aquí te vamos a cagar!! —le gritó a pocos centímetros del rostro.

     Gaby, que a esas alturas ya estaba convencida de que todo esto no era sino algún tipo de persecución debido a sus creencias y su forma de vida, se sentía cada vez más firme y segura en su fe y sin dejarse intimidar, tan sólo se limitó a mirarlo directamente a los ojos, sin siquiera parpadear y firme en su propósito de no decir una sola palabra más sin un abogado.

     Se quedaron los dos mirándose fijamente en una especie de lucha de poder y después de un largo y silencioso período, el inspector desvió la mirada, se paró bruscamente y le dijo:

     ¡Ya, de una vez, sal de aquí y que venga otra!

     El mismo inspector Silva la condujo de regreso hasta la cafetería y a la mesa en la que había estado sentada antes.

     Se quedó parado en medio de la habitación mirando una a una a todas las mujeres como evaluándolas y un par de minutos más tarde, sin decir una palabra, dio media vuelta y se marchó.

     En la cafetería nada parecía haber cambiado durante su breve ausencia.


continuará ...


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