continúa ...
Se abrió la puerta de la oficina donde tenían a Beatriz y apareció la sub-comisario Correa trayendo algo escondido en las manos y mostrándolo bruscamente, le preguntó con rudeza qué era aquello.
Ella le contestó que era un masajeador de espalda pero la sub-comisario, gritándole en un tono prepotente y agresivo que hizo que se encogiera aún más en su silla pensando que la iban a golpear, la retó para que le dijera para qué servía.
Beatriz, intentando mantener la calma a pesar del susto, le explicó que, como su nombre así lo decía, el masajeador de espalda servía para dar masaje en la espalda.
La sub-comisario le gritó mentirosa y le dijo que ese masajeador servía para otra cosa y empezó ella misma a detallar los múltiples usos —todos ellos sexuales— de los vibradores. Le dijo que no entendía para qué lo necesitaba si tenía un hombre y la insultó diciéndole que ella era una pervertida al igual que los demás, que todos eran unos degenerados.
Una y otra vez la sub-comisario le decía que ella era la esclava de Ricardo y una y otra vez Beatriz le aclaraba que era su esposa.
Beatriz les dijo que ella quería declarar que era mayor de edad, que estaba en este grupo y con Ricardo por su propia voluntad, que lo amaba y que era muy feliz, pero la sub-comisario Correa le gritó:
— ¡¡¡¿Y de qué nos sirve esa declaración a nosotros?!!!
Ante esto, Beatriz se limitó a responder que no deseaba hacer ninguna otra declaración mientras no tuviera la asesoría de un abogado.
— Ya me estás cansando, eres una tonta, no te imaginas lo que te puede pasar en la cárcel —le decía la sub-comisario cada vez más y más irritada, pero ella le contestaba que eso no le preocupaba y la rabia de la mujer aumentaba aún más.
Otros investigadores que se habían unido al grupo le gritaban que no pensaba y que era una tonta. La instaban para que hablara de una vez y le insistían para que incriminara de algún modo a Ricardo.
Beatriz los miraba fastidiada y la sub-comisario, a cada momento más molesta, iba levantando cada vez más la voz y ahora, a gritos le dijo:
— ¡Cabra huevona, ya me cansaste! ¿Sabes lo que te vamos a hacer? Te vamos a llevar a otro cuarto, te vamos a desnudar delante de un montón de hombres y te vamos a sacar fotografías para que las publiquen los diarios y todos vean lo puta que eres.
continuará ...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Danos tu opinión...