Aclaración: A pesar de lo que pueda haber dicho la Prensa sensacionalista, nuestro reclamo no es “contra Chile” sino, específicamente contra los malos funcionarios de una mala administración, quienes quebraron no sólo múltiples puntos de la Declaración De Derechos Humanos, sino hasta las mismas Leyes y Constitución del Estado Chileno.

lunes, 31 de marzo de 2014

065 • Su Silencio Los Enfurecía

continúa ...


     A pesar de todos los esfuerzos de los detectives, Beatriz permanecía en absoluto silencio y eso sólo los enardecía más. Seguían golpeándola, zarandeándola, insultándola, gritándole y maltratándola sin ninguna compasión.

     La sub-comisario, enojadísima, la sacó de esa habitación y la llevó a otra oficina del segundo piso donde la dejó sola con el inspector grande y gordo que la aguardaba.

     Cuando el inspector Silva, después de insultarla como era costumbre en ellos, le dijo que hiciera su declaración, Beatriz le respondió que lo que ella le podía decir era lo mismo que le había dicho antes a la sub-comisario Correa.

     El inspector la detuvo, rápidamente se sentó frente a una máquina de escribir y la instó para que continuara hablando.

     Beatriz prosiguió diciéndole que ella era mayor de edad, que era muy feliz, que estaba por su propia voluntad al lado de Ricardo y que lo amaba, pero el inspector, muy molesto, sacó de un tirón la hoja de la máquina de escribir y la arrugó furioso.

     ¿Para esta huevada de declaración me haces cambiar de hoja? Ya huevona no te hagas la chistosita conmigo.

     Sería alrededor de las cinco de la mañana cuando Beatriz fue sacada de aquella oficina y llevada a otra en donde la tuvieron esperando, ya sin intentar nada más con ella, hasta poco antes de las seis.


continuará ...


sábado, 29 de marzo de 2014

064 • Lo Hicieron Mirar Cómo La Golpeaban

continúa ...


     Los minutos pasaban y parecían horas y Ricardo empezó a perder la noción del tiempo. Tal vez pasó una hora y media, tal vez tan sólo fue una hora o tal vez fue mucho más, hasta que por fin pudo ponerse en pie y respirar aire puro nuevamente, realmente no lo sabía…

     Sin decir ni siquiera un insulto más, lo sacaron de aquella oficina y un investigador lo condujo, tironeándolo del brazo, hasta un hall de distribución del segundo piso. Carlos, con quien se cruzó en el camino, se fijó que tenía la cara roja e hinchada y no pudo dejar de pensar que el sub-prefecto Bravo ya había cumplido la amenaza que tan descaradamente había hecho frente a él en Los Maquis.

     A Carlos lo llevaron a un pasillo del segundo piso donde lo dejaron esposado a una silla, en la típica posición dolorosa con los brazos atrapados en el respaldo. Ahí se quedó con un investigador que lo vigilaba, el cual parecía ser el más cansado de los dos, ya que de rato en rato dormitaba no pudiendo soportar más el sueño y Carlos aprovechaba esas pausas para hacer lo mismo.

     Mientras tanto, Ricardo fue esposado a una banca y como algo coordinado, otro investigador vino y abrió la puerta de la habitación que estaba en frente, justo en el momento en que una detective golpeaba violentamente a Mercedes en el pecho y la lanzaba contra una silla.

     El hizo como si no lo hubiera notado y cuando el detective se paró delante a conversar y a intentar que mirara en aquella dirección, simuló distraerse en la conversación sobre trivialidades y no darse cuenta de nada más. Sabía que si demostraba la más mínima preocupación por ella, esto únicamente serviría para aumentar las torturas de Mercedes como un medio para coaccionarlo.

     Poco rato después vinieron nuevamente por él y lo llevaron a otra oficina, esta vez sí a interrogarlo.

     En cuanto entraron, el detective que jugaba el papel del policía bueno intentó convencerlo para que firmara lo que el sub-prefecto Bravo quería, ya que sino —le dijo— sería mucho peor para él y terminó amenazándolo con que los interrogatorios estaban recién empezando y los métodos que emplearían después serían mucho peores que los que habían usado hasta el momento.

     Mira… —le dijo Ricardo con paciencia— el dolor, tan sólo viene en dos sabores: soportable e insoportable. Si es soportable, soy hombre, lo aguanto y eso me fortalece. Si es insoportable, me desmayo y no tengo que aguantarlo más. Definitivamente NO voy a firmar las mentiras que ustedes quieren.

     Más que un interrogatorio, parecía un lavado de cerebro, ya que eran los detectives los que le decían lo que querían que él reconociera e intentaban insistentemente que firmara distintos documentos.

     Esta nueva sesión también estuvo acompañada de golpes e insultos ante cualquier respuesta que no les satisficiera, esto es, prácticamente todo lo que Ricardo afirmaba.


continuará ...


domingo, 23 de marzo de 2014

063 • Vendado como estaba...

continúa ...


     Carlos, vendado como estaba, podía oír como entraban y salían de la habitación muchos detectives de ambos sexos.

     ¡¡Si no hablas vamos a torturar a tu esposa!! —Continuaban amenazándolo.

     Le hacían escuchar gritos y llanto a lo lejos y le decían que eran de Fanny y que él podía detener el sufrimiento de ella en cualquier momento.

     Muchísimo tiempo después, cuando se dieron cuenta que seguía firme en su actitud, lo obligaron a ponerse derecho nuevamente, le quitaron los alambres que le estrangulaban el pene, la venda que le cubría los ojos y lo dejaron subirse los pantalones. Nunca llegaron a conectar la corriente, pero lo mantuvieron en la expectativa durante varias horas, amenazándolo, golpeándolo y torturándolo física y psicológicamente.

     Cuando ya eran cerca de las cinco de la mañana, las cosas empezaron recién a calmarse un poco. Carlos se sintió algo más aliviado, había pasado lo peor… aparentemente por lo menos. Toda la situación había sido de muchísima tensión para él.

     Lo sentaron en una silla y lo golpearon todavía un poco más. Después lo amenazaron con que lo mismo que habían hecho con él se lo harían ahora a su mujer.

     Mucho tiempo, golpes y amenazas después, todos se marcharon dejándolo solo en aquella oficina, a la cual llegó al poco rato, un detective que no había participado en su tortura y que empezó a hablarle como su fuera su amigo:

     Mira, yo sólo quiero ayudarte… yo te aconsejo que confieses, todos los demás ya han confesado y si tú no hablas vas a cargar con todo… Tú mujer ha confesado que se ha acostado con Badani… No puedo entender cómo puedes ser tan tonto que defiendes a un tipo que te ha engañado con tu mujer cada vez que te mandaba a trabajar al campo durante todo el día.

     El detective lo interrogó respecto a las mismas cosas que habían preguntado los otros, pero de una manera bastante más amistosa, más amable y Carlos le repitió lo mismo que entre golpes le había dicho a los anteriores.

     A eso de las cinco treinta de la mañana, sacaron por fin a Carlos de esa oficina. Se sentía terriblemente agotado.

     Cuando iba saliendo, se le acercó uno de sus más esforzados torturadores, el cuál le dijo a la pasada:

     Te pasaste cabro. ¡Eres súper valiente! —Se lo quedó mirando unos segundos con admiración y luego siguió de largo. Para Carlos, ese fue el mejor aliciente.


continuará ...


viernes, 21 de marzo de 2014

062 • Podemos pegarte... sin dejar marcas

continúa ...


     La sub-comisario Correa volvió a entrar bruscamente en la habitación y le dijo a Fanny que le iban a pegar. Fanny, armándose de valor, le contestó que no podían hacerlo, que eso no era legal, pero la sub-comisario sin inmutarse le dijo con el mayor de los cinismos:

     Sí podemos… sin dejar marcas… ¡Y nosotros sabemos cómo hacerlo!

     Fanny, por dentro, trataba de tener fuerza de voluntad y no dejaba de cantar el Mamntra de Shrii Shiva.

     Trataron de persuadirla diciéndole que los otros ya habían declarado y que ella era una tonta al defenderlos.

     Fanny, en medio de su desesperación, les solicitó varias veces la presencia de un abogado, pero no le permitieron contactarse con uno y en vez de eso insistían en que firmara una declaración afirmando que tenía conocimiento de que Ricardo usaba cadenas con las mujeres y que había actividades delictuosas en la casa de Los Maquis.

     Al ver que ella se negaba firmemente, siguieron intentándolo, dándole además la opción de que si quería podía agregar que ella no participaba en nada, pero la negativa de Fanny continuó.

     Ella no podía dejar de pensar en que les estaban poniendo electricidad, le daba mucho miedo sentir dolor físico… Con toda esa presión hubiera podido fácilmente caer en el juego de ellos y empezar a decir lo que querían, pero se negó. Se repetía una y otra vez que debía tener fuerza de voluntad y no paraba de cantar su Mamntra. Ella sentía que las Deidades le estaba dando la entereza para mantenerse firme y daba gracias por ello.

     Mucho después de las cuatro de la mañana, al ver que Fanny no hablaba, dos detectives mujeres la sacaron de allí y la llevaron a la habitación del tercer piso donde exponían la «evidencia». En el camino pasaron al lado de Alberto que aún seguía esposado a la misma silla de aquel hall.

     En la habitación en la que se encerraron con Fanny, habían armado un collage con más de cincuenta fotos personales de Ricardo y fotos de sus esposas en ropa interior o en diversos grados de desnudez, junto a fotos de todos ellos en distintas ceremonias de su Religión, mezcladas con el cuadro con la poesía «Amar» del poeta Árabe Ghazali. Estaba el traje de danza árabe de Mercedes colgado con unos cinturones de ropa al costado. Ornamentos religiosos junto a algunos folletos de una investigación que Ricardo estaba haciendo sobre «La Historia de O», folletos del Movimiento por los Derechos del Hombre que había organizado Karim y todo tipo de revistas pornográficas, vibradores y la estatua de Shrii Gan’esha en medio. Todo estaba arreglado con malicia para darle a la escena una marcada connotación sexual.

     Fanny se dio cuenta del gran trabajo que habían hecho los investigadores: al mezclar las imágenes de culto con objetos sexuales de una manera tan burda y grotesca, tergiversaban totalmente el sentido de sus creencias.

     Esperaron hasta que por la cara de Fanny pensaron que ya se había escandalizado bastante con lo que veía.

     ¡Esto se lo vamos a mostrar a todo el mundo para que la gente vea lo degenerados que son! —Le dijeron con cinismo, buscando perturbarla aún más.

     Después la llevaron con la misma brusquedad a la habitación del frente, la primera de la derecha en aquel hall y continuaron con el interrogatorio.

     Un investigador le decía que él quería ayudarla, se mostraba sumamente amistoso e intentaba que Fanny le contara en qué creía, qué cosas hacían y por qué era que estaban todos arrestados, luego se marchaba y venía otro que la trataba en forma dura. Mantuvieron durante mucho rato la técnica del «policía bueno y el policía malo».

     Mientras conversaban, Fanny les seguía el diálogo, les contaba sobre las hermosas fogatas que hacían a la luz de la luna asando salchichas en el fuego con Ricardo tocando guitarra, los continuos paseos por el campo, las excursiones de exploración en el amplio terreno junto con los perritos y todo tipo de cosas de la vida doméstica de Los Maquis e invariablemente, cuando ya empezaban a impacientarse y le preguntaban si iba a declarar, ella, firme en su propósito, les respondía:

     No, no tengo nada más que decir.

     Afuera, Alberto podía oír las voces de los detectives interrogándola y aunque no lograba entender las preguntas que le hacían, sí alcanzaba a oír el torrente continuo e interminable de palabras que salía de la boca de Fanny. Aproximadamente media hora después, abrieron la puerta de la habitación para que salieran dos de las investigadoras.

     Esta habla, habla y habla, pero no dice nada —Dijo furiosa la inspectora Yelka a su compañera.

     A Fanny realmente le resultaba difícil mantenerse en silencio con esa gente y además, estaba demasiado nerviosa.

     Casi una hora más tarde un investigador llegó a la habitación y le indicó a Fanny que lo siguiera.

     ¿Me llevan para pegarme? —Preguntó muy asustada.

     Con un seco NO por toda respuesta, el detective la condujo al primer piso.


continuará ...


domingo, 16 de marzo de 2014

061 • En las pausas entre golpes...

continúa ...


     Más adelante en la noche, entró violentamente la inspectora Yelka en la habitación a insultar a Jaime:

     ¡Así que aquí está el hermanito! ¡¡Eres un degenerado!! ¿Para qué llevaste a tu hermana? ¡¡¡Seguro que tú también haz abusado de ella!!!

     Lo presionaban constantemente, lo empujaban, lo tironeaban, lo golpeaban o lo pellizcaban, aún en los momentos en que dejaban de interrogarlo.

     En las pausas entre golpes, venía el investigador joven que en todo momento intentaba mantener su pose amistosa para decirle:

     Mira… Yo te quiero ayudar… Si tú sabes por qué están detenidos, es mejor que lo digas. ¡Habla! ¡Sálvate a ti mismo! Es mejor que hables antes que los demás te echen la culpa de todo a ti, si no después va a ser peor…




     Jaime insistió varias veces para que le permitieran hacer una llamada telefónica, incluso utilizó alegatos legales para reclamar su derecho, pero simplemente lo ignoraron y lo mantuvieron en todo momento incomunicado.

     Lo que más le molestaba de toda la situación era que hasta ese minuto no sabía por qué estaban allí.


     Era ya de madrugada cuando escuchó detrás de él la voz de Karim y disimuladamente volteó para verlo. Iba custodiado por un detective que lo llevaba al baño que quedaba entre aquel grupo de oficinas.

     Jaime pasó toda la noche esposado a la silla mirando la pared, con las muñecas más adoloridas aún que los brazos y sin que le permitieran dormir, ya que cada vez que lo intentaba, llegaba alguien y lo sacudía de mala manera o lo golpeaban en la nuca. Hacían todo lo que fuera necesario para que no descansara.

     Cuando ya estaba amaneciendo, el investigador que lo vigilaba no pudo más y se quedó dormido —los detectives eran los que se veían más afectados por la falta de sueño— y Jaime aprovechó para dormir también un poco. Descansó en esa incómoda posición, probablemente durante una hora u hora y media.


continuará ...


miércoles, 12 de marzo de 2014

060 • La Interrogaron Semidesnuda

continúa ...


     En un momento quedaron solas con Mercedes, la investigadora de pelo negro junto con una rubia que se había unido al grupo de tortura.

     Ya quedó sentado que llegó con fiebre ¿no? —Preguntó la investigadora morena a la rubia— Bueno… Dado que llegó mal, no podrán culparnos si su salud se agrava —aseguró con cinismo, zarandeando con brusquedad a Mercedes para obligarla a terminar de desnudarse casi por completo, quedando en sostén y calzón. Luego la forzaron a pararse delante de una ventana abierta.

     Las dos mujeres, con golpes, consiguieron que se quitase además el sostén y les mostrase los senos y después de mirarla groseramente, la insultaron con rudeza.

     En esos momentos, varios investigadores hombres abrieron la puerta y quisieron unirse al grupo, pero las mujeres los echaron fieramente.

     Después de varias interminables horas de interrogarla semidesnuda, cuando eran alrededor de las cuatro de la mañana, le ordenaron que se vistiera y vino otro investigador que la sacó de la habitación zarandeándola.

     Mercedes fue llevada sujeta fuertemente del brazo hasta el primer piso. A mitad de la escalera encontró una fila de investigadores que parados en el descanso se pasaban unos papeles, que según le dijeron, eran las declaraciones de los demás. La engañaban diciéndole que ya lo sabían todo con la clara intención de amedrentarla.

     Cruzó por el pasillo delante de la cafetería y Gaby, al verla pasar, pensó que tal vez la estaban conduciendo al baño, pero en realidad tan sólo la hicieron sentarse frente a una pared. Minutos después de contemplar en silencio la muralla, la volvieron a subir de la misma brutal manera, supuestamente era para seguirla interrogando, pero en realidad, sólo fue para que recibiera aún más golpes.


continuará ...


lunes, 10 de marzo de 2014

059 • El Interrogatorio de Alberto

continúa ...


     Durante la noche iban y venían muchos investigadores a conversar con Alberto, era una charla bastante relajada, no había ningún forcejeo ni gritos y se escuchaban bastante tranquilos.

     Jaime podía oírlos conversar desde la oficina donde se encontraba.

     Alberto les refería sobre su empresa de cómputo en Perú de la cual era socio con Ricardo y de cómo habían hecho software para muchas empresas de peso como financieras, bancos e instituciones públicas de salud.

     Les contaba que generalmente Ricardo prefería dedicarse a desarrollar sistemas para la línea Apple, aunque también dominaba el campo de las compatibles, pero que él nunca había incursionado en el campo Apple y que posteriormente, cuando Ricardo había viajado a Chile, él quedó sólo en Perú por lo cual periódicamente viajaba trayéndole el software desarrollado por él para PC y se llevaba lo que Ricardo había desarrollado para la plataforma Apple y que por eso se hallaba en Chile en aquellos momentos.

     Los investigadores preguntaban, Alberto respondía y, si bien los investigadores no se hacían mala sangre con él y el interrogatorio se llevaba dentro de los términos y el marco legal adecuado, aún así lo mantenían esposado en lo que parecía ser la forma de tortura básica de aquél lugar.


continuará ...


sábado, 8 de marzo de 2014

058 • ¡Ignoro las causas de nuestra detención!

continúa ...


     Una investigadora entró en la habitación y dejó la puerta junta y por primera vez en la noche Alberto pudo oír la voz de Karim. Estaba muy molesto y protestaba porque no le hubieran permitido vestirse antes de traerlo y porque lo tuvieran allí sin zapatos ni calcetines.

     La investigadora empezó a amenazarlo para que declarara y después de insultarlo un poco le dijo que si él no se hubiera resistido al arresto, no lo habrían golpeado y que si ahora se negaba a declarar lo golpearían de nuevo.



     ¡¡Arresto!! ¡Si hasta el momento ignoro las causas de nuestra detención! —Interrumpió Karim indignado.


     Karim empezó a levantar la voz reclamando que le informaran los motivos para el supuesto arresto y allanamiento, pero en medio de su alegato legal, Alberto pudo sentir a la investigadora correr hacia la puerta, cerrarla bruscamente y ya no pudo oír nada más.
 
     Quedaron encerrados allí por mucho rato mientras la investigadora, sin contestar a sus preguntas, lo seguía amenazando y golpeándolo en la nuca.

     Poco rato después de que la mujer se hubo marchado, vino otro detective que intentó jugar el papel del policía bueno. Entró saludándolo muy cordial y le preguntó por qué era que estaban ellos allí.

     Karim se lo quedó mirando despectivamente… El detective traía puestos unos tirantes que su mamá le había traído de Estados Unidos hacía poco tiempo y que él le había obsequiado a Ricardo.

     Lindos los tirantes ¿no? —Dijo Karim por toda respuesta y al parecer, algo en su tono de voz hizo desistir al detective de seguir con su parodia, ya que sin decir nada más, salió rápidamente de la habitación.

     Fueron varios los investigadores que entraron a intentar hacerlo declarar, pero a esas alturas, Karim estaba tan molesto que estaba decidido a fastidiarlos tanto como pudiera sin importar las consecuencias que aquello pudiera traerle.

     Los detectives, que al parecer se habían pasado la voz de que él no sólo era prácticamente abogado, sino que parecía ser de los peleadores, venían, lo insultaban, lo amenazaban y lo golpeaban, pero a pesar de sus bravuconadas, parecían tenerle algo de temor y él se mantenía en su actitud de no me importa nada, ustedes son una basura y cuando salga de aquí van a ver lo que es bueno…


continuará ...


jueves, 6 de marzo de 2014

057 • El Interrogatorio de Roxana

continúa ...


     Roxana quedó prácticamente olvidada en aquella oficina a donde la condujeron después del examen médico. Por momentos venía un detective a vigilarla, permanecía un rato con ella y luego se volvía a marchar.

     Ella sólo observaba y pensaba… No había nada más que pudiera hacer. La casi total oscuridad de esta húmeda habitación hacía que los momentos en que permanecía a solas fueran aún peores que aquellos momentos en que estaba siendo vigilada.

     El miedo la empezó a rodear, pero antes de que la angustia la dominara por completo, buscó encontrar nuevamente la calma que ella sabía era lo más importante en esos momentos. Recurrió al Mamntra del Guru, buscó a la Deidad en su corazón y su angustia cesó como por encanto.

     En algún momento de la noche los detectives vinieron también por ella y la llevaron a declarar a una de las habitaciones del segundo piso. La recibió una mujer de unos 32 años, de cabello rubio pálido y algo desaliñada: la inspectora Yelka otra vez.

     La inspectora, a manera de recibimiento le dijo:

     Todo puede ser muy sencillo para ti o muy difícil, tú debes elegir… así que será mejor que hables pronto porque hace cuarentaiocho horas que estoy de guardia y con lo que acaba de llegar el caso de ustedes, voy a tener que permanecer cuarentaiocho horas más fuera de mi casa y sin poder ver a mi hijo ni a mi marido. Realmente estoy harta de escuchar huevadas toda la noche.

     Roxana, sin dejarse amedrentar, le respondió en el mejor tono que pudo encontrar, que cada cual se ganaba la vida como mejor le parecía y que ella no era culpable de nada y por lo tanto, no se sentía responsable de sus desgracias.

     En la oficina donde la tenían ahora, ella podía escuchar golpes secos y gemidos de dolor, no podía determinar de donde exactamente venían los ruidos, pero los golpes parecían caer sobre cuerpos humanos. Temió por los muchachos… por todos.

     La inspectora Yelka le hizo primero algunas preguntas inofensivas sobre su relación con Ricardo Badani, con sus esposas, cómo se había conocido con ellos, en que trabajaba Alberto y cosas por el estilo.

     Roxana, manteniendo el tono amable, le contó cómo había conocido en Lima a Ricardo a través de un amigo mutuo hacía ya trece años y que poco tiempo después, a través de él, había conocido a Alberto con quien llevaba ocho años casada.

     También le relató que ella era secretaria ejecutiva y que había trabajado para personas importantes e instituciones y empresas de peso, como el departamento de cartografía de la dirección de hidrografía y navegación de la Marina del Perú, el agregado militar, naval y aéreo de la Embajada de Corea del Sur, la contraloría general de Bristol Myers peruana y que su último trabajo lo había realizado como secretaria de la dirección de la filial en el Perú del American Institute for Free Labor Development, institución que dependía directamente de la Embajada norteamericana, pero que desde que se había casado no había trabajado más, ya que Alberto era el que se ocupaba de mantener la casa con su trabajo en su empresa de cómputo, Analog, de la cual era socio de Ricardo.

     La inspectora, cuando vio que Roxana contestaba sin problema, procedió a hacerle preguntas maliciosas sobre si estaba al tanto del trato que Ricardo le daba a sus mujeres, que las encadenaba, las azotaba y otras cosas similares.

      ¡A mí no me consta que él las maltrate en forma alguna sino todo lo contrario, siempre lo he considerado un esposo cariñoso y protector y a ellas se las ve muy felices con él!

     Roxana mantuvo su posición a pesar de que la inspectora siguió insistiendo largo rato para que aceptara lo que ella afirmaba.

     Roxana exigió hacer una llamada para contar con la presencia de un abogado pero la rubia le respondió que por el momento no tenían derecho a tener uno y que estaba en la obligación de responder.

     La inspectora y los otros detectives que se sucedían en el interrogatorio, siguieron insistiendo durante varias horas con sus preguntas malintencionadas ante las cuales Roxana se esforzaba en permanecer en silencio tanto como podía y sólo aclaraba la situación, lo más escuetamente posible, cuando ya no le dejaban alternativa. Temía contestar, aún cuando fuera para aclarar malos entendidos, ya que sabía que los detectives eran expertos en retorcerlo todo.


continuará ...