continúa ...
En un momento quedaron solas con
Mercedes, la investigadora de pelo negro junto con una rubia que se había unido
al grupo de tortura.
— Ya quedó sentado que llegó
con fiebre ¿no? —Preguntó la investigadora morena a la rubia— Bueno…
Dado que llegó mal, no podrán culparnos si su salud se agrava —aseguró con
cinismo, zarandeando con brusquedad a Mercedes para obligarla a terminar de
desnudarse casi por completo, quedando en sostén y calzón. Luego la forzaron a
pararse delante de una ventana abierta.
Las dos mujeres, con golpes,
consiguieron que se quitase además el sostén y les mostrase los senos y después
de mirarla groseramente, la insultaron con rudeza.
En esos momentos, varios
investigadores hombres abrieron la puerta y quisieron unirse al grupo, pero las
mujeres los echaron fieramente.
Después de varias interminables
horas de interrogarla semidesnuda, cuando eran alrededor de las cuatro de la
mañana, le ordenaron que se vistiera y vino otro investigador que la sacó de la
habitación zarandeándola.
Mercedes fue llevada sujeta
fuertemente del brazo hasta el primer piso. A mitad de la escalera encontró una
fila de investigadores que parados en el descanso se pasaban unos papeles, que
según le dijeron, eran las declaraciones de los demás. La engañaban diciéndole
que ya lo sabían todo con la clara intención de amedrentarla.
Cruzó por el pasillo delante de
la cafetería y Gaby, al verla pasar, pensó que tal vez la estaban conduciendo
al baño, pero en realidad tan sólo la hicieron sentarse frente a una pared.
Minutos después de contemplar en silencio la muralla, la volvieron a subir de
la misma brutal manera, supuestamente era para seguirla interrogando, pero en
realidad, sólo fue para que recibiera aún más golpes.
continuará ...
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