Aclaración: A pesar de lo que pueda haber dicho la Prensa sensacionalista, nuestro reclamo no es “contra Chile” sino, específicamente contra los malos funcionarios de una mala administración, quienes quebraron no sólo múltiples puntos de la Declaración De Derechos Humanos, sino hasta las mismas Leyes y Constitución del Estado Chileno.

jueves, 12 de junio de 2014

086 • El Gran Montaje

continúa ...


     A los pocos minutos se llenó de gente las afueras de la casa de calle Guanaco: eran los periodistas que venían a ver el nuevo espectáculo montado por la Policía de Investigaciones, que quería volver a lucirse y aparecer nuevamente en todos los titulares con un segundo operativo espectacular y dado que este arresto había pasado desapercibido el día anterior, estaban haciendo todo el montaje para que la prensa pudiera filmarlo.

     Alberto y Carlos fueron repartidos en distintas habitaciones del segundo piso con las mismas cortantes indicaciones de no moverse.

     El dormitorio del fondo, el de Alberto, estaba todo revuelto. Habían amontonado la ropa de cama a un costado y le habían colocado encima dos vídeos porno con carátulas fotocopiadas en blanco y negro que él jamás había visto. ¡Qué ridículo!, pensó inmediatamente él, si en la casa no tenemos ni siquiera televisor, mucho menos VHS.

     En el cuarto de Jaime, que quedaba subiendo las escaleras a la mano derecha, habían puesto cadenas de varios tamaños enganchadas con un candado a la cabecera de la cama a manera de decoración, además de revistas porno, cinturones de ropa e incluso un juego de esposas. Los detectives estaban tan seguros de su impunidad que ni siquiera repararon en que el día anterior ellos mismos habían tomado las fotos de aquella habitación en particular y de la casa en general, sin ningún tipo de «decoración adicional» y que las mismas estaban siendo anexadas al legajo que le entregarían al juez.

     En el dormitorio de Karim, que quedaba frente al de Jaime, Alberto pudo ver que en un rincón de la habitación habían tirado descuidadamente los tirantes que Karim le había regalado a Ricardo y que eran los mismos que uno de los investigadores luciera con orgullo el día anterior. También en ese dormitorio habían acomodado la escena con todo cuidado colocando cadenas sobre la cama y él pudo ver con sus propios ojos, cómo un detective terminaba de preparar minuciosa y muy maliciosamente la ambientación, abriendo una revista en una foto de sexo explícito y poniéndola bien visible sobre un estante.

     Los detectives se preocuparon de preparar cuidadosamente las habitaciones. La decoración era minuciosamente seleccionada y todo era ordenado para darle una connotación sexual o sadomasoquista. La sala de exhibición estaba lista con este nuevo montaje en que iban a hacer creer al público que justo en esos momentos los habían sorprendido y los estaban deteniendo.

     Alberto notó que los detectives eran liderados ahora por un hombre mayor, algo canoso, de tez morena, de modales bruscos y con expresión de estar siempre enojado: el sub-prefecto Miguel Bravo en persona, que como siempre, había llegado casi al mismo tiempo que los periodistas y ya preparado con varios micrófonos a su alrededor, se disponía a lucirse ante las cámaras de televisión.



     Los reporteros, que eran los principales invitados a esta función, se pusieron de acuerdo con los investigadores sobre cómo deseaban filmar el arresto. Luego, el inspector Silva, que era el encargado del operativo, le decía a cada detective con quién tenía que salir y en qué orden.

     Carlos tenía la sensación de estar presenciando los preparativos finales para la escena de una película, con los detectives como los actores que felices iban discutiendo los detalles del acto a representar.

     Habían montado todo para poder lucirse y no cabían de felicidad porque iban a aparecer en la tele, era todo un acontecimiento para ellos, que aseados y bien peinados, se habían puesto las chaquetas oficiales y llevaban bien visibles sus placas de identificación.

     Cuando habían pasado unos quince a veinte minutos desde que llegaron —y sin permitirles ni siquiera cambiarse de ropa, como tan engañosamente les habían ofrecido— el inspector Silva ordenó que los llevaran de vuelta a la brigada.

     La prensa salió de la casa para filmar la partida y una nube de periodistas con fotógrafos y camarógrafos se dispuso a esperar el gran momento.



continuará ...

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