Aclaración: A pesar de lo que pueda haber dicho la Prensa sensacionalista, nuestro reclamo no es “contra Chile” sino, específicamente contra los malos funcionarios de una mala administración, quienes quebraron no sólo múltiples puntos de la Declaración De Derechos Humanos, sino hasta las mismas Leyes y Constitución del Estado Chileno.

miércoles, 25 de junio de 2014

091 • En Boca de Todo Chile

... continúa


     Cuando sería aproximadamente la una y treinta de la tarde, trajeron a otro detenido, uno de esos ladrones que vestidos con chaqueta y corbata van a robar a las tiendas importantes.

     Este individuo fue puesto en la misma celda que Jaime que hasta aquí se encontraba sólo y, cuando se enteró quienes eran ellos, empezó a gritarle a Margarita, su compañera de hazañas, que se encontraba en las celdas de enfrente:

     — ¡Sí, son los Gurús, son los Gurús, son los que salen en el diario, mira, sí, ellas son sus esclavas! —Le gritaba a todo pulmón.

     Al parecer, la propaganda había pegado bastante fuerte y eso que tan sólo había pasado una noche... Y no era para menos, ya que estaban en la portada de casi todos los diarios, sobre todo los más escandalosos y las fotos de ellos —tanto fotos íntimas de varias de las mujeres totalmente desnudas, como las que les habían tomado los periodistas haciendo el recorrido por el terreno de Los Maquis— aparecían en todos y cada uno de los periódicos, pero la que más destacaba, era la foto del dormitorio de Ricardo con los múltiples elementos de tortura donde no sólo aparecían mezclados los elementos para ilustrar «La Historia de O» —que coincidían a la perfección con la imagen de sádicos que les querían dar— sino que también habían varias cosas totalmente desconocidas para ellos, incluso un par de esposas que algún investigador maliciosamente había dejado allí.

     Estaban en la boca de todo Chile y, pronto, del resto del mundo.

     En las fotos destacaban varios vídeos pornográficos con carátulas fotocopiadas en blanco y negro, junto con una talla de madera del Señor Gan’esha de unos 60 cms. de alto a cuyos pies habían acomodado velas fálicas —del mismo estilo de las que le habían puesto antes a la gruta, con una imagen más pequeña de la misma Deidad, que había a la entrada del terreno— había cinturones, un traje de danza árabe hecho con flecos, adornos de ropa, cadenas y hasta un soporte para conos de hilo, que tal vez por su forma, habían puesto para escandalizar más a los poco conocedores.

     En primera plana se los sindicaban como una secta sádica que mantenía un templo de orgías, torturas y violaciones y si bien los diarios afirmaban que la diligencia está aún en pañales y que la pequeña casita de campo contaba con todo tipo de electrodomésticos limpios y ordenados, una completísima biblioteca con libros científicos, enciclopedias, novelas y textos de filosofía y religión, una abundante colección de compact disk, un moderno computador, en general, todo de aspecto normal, terminaban detallando los múltiples elementos pornográficos y de tortura y placer encontrados… ¡en la habitación de Ricardo!, la que los policías habían decorado tan cuidadosamente, aunque terminaban reconociendo que los detectives habían percibido un claro ambiente de secta religiosa de inspiración oriental y que aunque parezca increíble para nuestra cultura, el fundamento filosófico de este sujeto es profundamente religioso.

     En todos los diarios, sin excepción, aparecía la «docta» descripción que el sub-prefecto Bravo había dado del Señor Gan’esha, vinculándolo con prácticas sexuales.

     También afirmaban que Ricardo era el fundador del Movimiento por los Derechos del Hombre y que repartía folletos pornográficos o de aspecto inocentón para que cayeran en sus redes mujeres con trancas o problemas psicológicos, con la intención de convertirlas en sus esclavas para los rituales sexuales y sadomasoquistas, y terminaban mezclándolo con cuanta aberración querían achacarle.

     Si bien aseveraban que todas las mujeres están allí por su propia voluntad y de ninguna manera secuestradas o cosa que se le asemeje, ya que así lo habían declarado ellas mismas y que eran todas mayores de edad, aseguraban que la policía sabe que el sujeto les hace un lavado de cerebro a quienes caen en sus redes, afirmaban también que eran muchas las mujeres y de diferentes niveles sociales, las que habían caído en esta trampa y no terminaban de ponerse de acuerdo si eran dos o una o varias las denunciantes que afirmaban que Ricardo las había secuestrado y forzado sexualmente.

     Aún cuando Policía de Investigaciones realmente creyera que ellos eran culpables, todo el asunto estaba siendo tratado con muy poca seriedad y se estaba dando un mal uso a los objetos incautados, ya que fotos privadas —que eran material para la investigación de «La Historia de O»— habían sido entregadas a la prensa y ahora aparecían publicadas, ayudando a crear la imagen de pervertidos que querían que el público tuviera de ellos.

     Aunque, en realidad, no debía extrañarles todo este procedimiento, ya que al parecer estos operativos acompañados de la prensa y exhibiendo públicamente a los detenidos y sus domicilios en el mejor estilo de las series policíacas norteamericanas —que son elaboradas en base a casos cerrados, para evitar cometer injusticias y cambiando los nombres reales de los protagonistas, para permitir a los delincuentes su rehabilitación y reinserción en la sociedad— eran el último estilo de Policía de Investigaciones para ganar «publicidad positiva» ya que últimamente acostumbraban ir a la escena del delito siempre acompañados de la prensa carroñera, que bien dispuesta, los seguían sin cuestionar jamás lo que veían con tal de que apareciera bien ante el público y las ventas aumentaran.

     No sólo informaban deliberadamente a los medios de prensa, sino que los invitaban con anticipación, acomodaban las evidencias y en muchos casos repetían el operativo para que pudiera ser bien captado. Además se le brindaba todas las facilidades a los medios, permitiéndoles ingresar al lugar, grabar y fotografiar lo que quisieran, acceder a fotos y documentos privados: un verdadero festín para los periodistas, los cuales colaboraban haciendo parecer todo como casual.

     Ya se habían dado varios casos en que después de todo un espectacular arresto con pruebas evidentes —según los policías— los inculpados habían sido liberados porque no había ningún mérito para que fueran procesados e incluso se habían recibido denuncias acusando a los policías de colocar elementos que no correspondían y sustraer otros que podían quitarle espectacularidad al arresto.

     Los policías se defendían asegurando que estos operativos eran de mucha utilidad, ya que favorecían las denuncias de las víctimas y sobre todo porque combatían la sensación de impunidad de los delincuentes, sirviéndoles de escarmiento, es decir, una forma de hacer justicia por sus propias manos.

     Las leyes estaban: el código penal chileno prohibía a los policías informar sobre el resultado de sus diligencias, exhibir a los detenidos u opinar sobre la situación judicial, incluso habían sanciones contempladas para quienes faltaban a la ley… pero esto no servía de nada, ya que llevaban mucho tiempo con este sistema sin que para ellos las leyes se aplicaran.

     Las autoridades también lo sabían, pero nadie parecía notarlo y no había quién se quejara a no ser que el asunto los tocara bien de cerca, como ocurrió con un carabinero al que detuvieron con el mismo estilo teatral y recién allí esa institución alzó la voz para decir que toda persona, aún siendo criminal, tenía derecho a su privacidad y al buen nombre hasta que se probara su culpabilidad y que los montajes televisivos de Policía de Investigaciones no estaban bien… pero bueno, eso lo dijeron por tratarse de un carabinero y no de personas comunes y corrientes, ya que los montajes los continuaron haciendo y nadie manifestó el interés de velar por el derecho de las personas sencillas.

     Policía de investigaciones los había exhibido exitosamente a la opinión pública como una secta sadomasoquista —lo cual, definitivamente no eran— y como violadores de menores —los cuales ni siquiera eran aceptados en la Religión— y ellos estaban allí, sin poder decir ni una palabra en su descargo.

continuará ...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Danos tu opinión...