Aclaración: A pesar de lo que pueda haber dicho la Prensa sensacionalista, nuestro reclamo no es “contra Chile” sino, específicamente contra los malos funcionarios de una mala administración, quienes quebraron no sólo múltiples puntos de la Declaración De Derechos Humanos, sino hasta las mismas Leyes y Constitución del Estado Chileno.

jueves, 8 de mayo de 2014

077 • ¡¡¡Estaban Abusando De Ella!!!

continúa ...


Miércoles 27

     Estaba ya amaneciendo y el reloj de la recepción del cuartel central de investigaciones marcaba las siete de la mañana. No habían transcurrido todavía veinticuatro horas desde que todo había comenzado y sin embargo parecía que habían vivido una eternidad.

     La fría oficina de ladrillos estaba decorada con una larga banca de madera a la derecha, un mostrador alto y largo frente a la puerta y una especie de estantería con pequeñas divisiones —como las casillas de las oficinas de correos— en la pared del fondo. En las murallas no había nada que realmente les llamara la atención. Era aún más fría que la destartalada recepción de la brigada.

     Una por una las fueron llamando al mostrador donde llenaban una ficha con su nombre y edad, luego les quitaban todos los objetos que llevaban —sin importar si tenían poco o ningún valor— cuya relación era anotada en la parte de atrás de la tarjeta y todo junto lo guardaban en uno de los cajones con divisiones del mostrador o en la estantería del fondo. Así les fue quitado dinero, relojes, collares, pulseras, aretes, anillos y hasta sus rosarios.

     Los guardias del mostrador llamaron a un tercer guardia que vino y se llevó a Claudia y a Alejandra primero, para ponerlas juntas en una celda. Al igual que cuando las distribuyeron en el auto, también ahora las mantuvieron a ellas dos aparte.

     Las demás mujeres se alegraron por Alejandra, le había tomado mucho cariño a Claudia y ella sería quien mejor la podría acoger en estos momentos tan difíciles.

     Guiadas por el guardia, ambas mujeres cruzaron en silencio el umbral de la pequeña oficina y se dirigieron hacia el interior de las instalaciones. Subieron primero unas escaleras y atravesaron luego una gran reja para entrar al sector de los calabozos, donde se hizo cargo un cuarto guardia que cerró la reja tras de ellas. La parte interior del edificio era aún más fría y desagradable.

     Frente a la reja de entrada, había una escalera ancha central que descendía dejando un pasillo bastante espacioso que rodeaba todo el perímetro del primer piso y que conducía a calabozos con rejas a la derecha y calabozos con portones de madera a la izquierda, ambos lados igual de lúgubres.

     Entre la escalera de bajada y la reja de entrada había un escritorio de madera con la silla del guardia.

     El carcelero les ordenó entrar en un cuartucho del pasillo de la derecha que quedaba justo antes de los calabozos. El portón de madera sólida, que mantenían entrecerrado, daba a una pequeña habitación llena de cachivaches, platos sucios, papeles tirados en el suelo, restos de comida, chaquetas hechas bollo e incluso unos peroles mugrosos.

     El guardia les indicó secamente sacarse los pasadores de los zapatos, los cinturones y sostenes mientras, parado firmemente bloqueando la única entrada, permanecía sin moverse y mirándolas fijamente.

     Las mujeres estaban recién empezando a obedecer la orden, cuando sin previo aviso, el hombre se acercó a Alejandra y empezó a registrarla por encima de la ropa. Ella parecía ni siquiera darse cuenta de que estaba siendo manoseada y se dejaba hacer mansamente.

     Perdiendo rápidamente el interés, el guardia se dirigió decididamente hacia Claudia, que al darse cuenta de su mirada maliciosa, le dio la espalda y terminó de sacarse apresuradamente el sostén por debajo de la ropa.

     Ella intentó atajarlo mostrándole la prenda que se acababa de quitar, pero el hombre, ignorándola por completo, hizo a un lado su brazo y obligándola a girar el cuerpo, la tomó con fuerza por detrás de la cintura e introdujo las manos por debajo de su ropa hasta entrar en contacto directo con su piel.

     Ese fue uno de los momentos más difíciles que tuvo que soportar. No tenía ninguna experiencia con este tipo de situaciones pero le parecía que había algo raro, nunca había visto que registraran como le estaban haciendo a ella. Sabía que este procedimiento no correspondía pero sentía muchísimo miedo, temía lo que les podían hacer si hacía algún escándalo… no sabía cómo reaccionar.

     El hombre continuó subiendo, arrastrando sus manos en un contacto constante con su cuerpo, hasta llegar a sus senos, los cuales tomó, apretó con fuerza y empezó a manosearlos con descaro.

     Entonces Claudia no pudo soportarlo más. ¡Definitivamente esto no podía ser parte de ningún procedimiento! ¡¡¡Estaban abusando de ella y lo peor era que lo hacía un guardia de la Brigada de Delitos Sexuales!!!

     Ella empezó a forcejear con el hombre que la sujetó con aún más fuerza y ya estaba empezando a gritar cuando el guardia se retiró bruscamente, le ordenó callarse y les indicó que lo siguieran.


continuará ...

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