... continúa
Una hora u hora y media después de que el investigador con apariencia de tramitador les habló de su derecho de solicitar la presencia del Cónsul Peruano y se hubo marchado, llegó a la oficina una investigadora, una mujer gordita, vestida con ropas muy ajustadas y tan transparentes que se veía nítidamente su ropa interior. Ella no había participado ni en el allanamiento, ni en los interrogatorios anteriores y ahora se presentaba con los papeles listos para firmar.
Gaby se había quedado muy preocupada pues no sabía si había tomado la mejor elección y dudaba sobre las consecuencias que este documento les traería, pero tampoco sabía si debía haber dicho que no y cuando la investigadora se acercó a ella, le explicó, tan educadamente como le fue posible a la mujer, que antes de firmar deseaba que le aclararan las implicaciones de firmar dicha solicitud, pero la investigadora se enojó muchísimo y prácticamente grito:
— ¡¿Quiénes son las otras que no quieren firmar?! ¡¿Dónde están?!
Levantó con rudeza a Gaby del brazo y la llevó a empujones a la habitación contigua donde esperaban Mercedes y Elsa.
Las hicieron sentar en sillas bastante separadas. Mercedes y Gaby quedaron cada una tras un escritorio de madera totalmente despejado en la pared del fondo y Elsa sentada ante un mueble similar, un par de escritorios más adelante. Como de costumbre les advirtieron en muy mal tono que no osaran hablar.
La investigadora encargada de los papeles se marchó, para volver unos minutos después, algo más serena y preguntarles, en un tono angelical y casi cómplice, por qué era que no querían firmar.
Gaby le explicó nuevamente que lo único que ella quería era que antes le aclararan en detalle que ocurriría si firmaba y que ocurriría en caso contrario, entonces la investigadora les dijo en el mismo tono fingido:
— Bueno, si firman este papel, significa que desean que su Cónsul intervenga en este asunto, pero si ustedes solicitan que el cónsul no intervenga, serán enviadas a su país para que el proceso sobre ustedes continúe allá y su Gobierno decida si son culpables o inocentes, mientras que los demás permanecerán aquí y serán juzgados aquí.
Las tres reaccionaron rápidamente, el planteo les pareció terrible: si habían sido arrestadas aquí, si el resto de su gente quedaba aquí y las pruebas de su inocencia también se encontraban aquí, DEFINITIVAMENTE no deseaban ser separados hasta que todo concluyera. Estaban absolutamente decididas: NO firmarían.
En esos momentos hizo su aparición en la habitación el investigador de barba y aspecto de tramitador, blandiendo los papeles sin firmar en la mano. Estaba muy molesto. Las insultó y las amenazó y poniendo los papeles delante de cada una con un sonoro golpe en la mesa, volvió a insistir para que firmaran.
Cuando las tres mujeres volvieron a repetirle a coro que no deseaban firmar ningún documento, la investigadora intervino conciliadoramente para decirle al hombre que ellas habían decidido que no deseaban la presencia del Cónsul, pero Gaby rápidamente la corrigió:
— ¡Lo que en realidad no deseamos es firmar ningún documento! —Aclaró con firmeza.
El investigador no le hizo el menor caso, las volvió a llamar peruanas estúpidas y se marchó diciendo que redactaría el documento diciendo que no deseaban la presencia del cónsul. La investigadora gordita se marchó feliz tras de él, haciendo que ingresara a la habitación a un sólo investigador para que las cuidara.
Esta vez le tocó el turno al investigador que el día anterior, en la
cafetería, había comentado que ellas debían lavar los platos que habían
ensuciado. Ahora, en vez del polerón verde arrugado, traía un terno sucio igual de arrugado,
estaba empezando a quedarse calvo en la zona de la coronilla y algo en sus
facciones les hacía recordar al actor Tom Hanks.
— ¿Por qué no firman ese documento y ya? —Les preguntó el detective, algo más amable ahora e intentando hacerles conversación.
Ellas le explicaron que no querían que las enviaran a su país a ser juzgadas, que deseaban que el juicio se realizara aquí ya que aquí habían sido arrestadas, pero el investigador visiblemente sorprendido las interrumpió para preguntarles:
— ¿Quién les ha dicho eso? El hecho de que se llame o no al Cónsul no significa que van a ser enviadas al Perú, más bien… si no firman… probablemente sean puestas mañana mismo, a primera hora, en un avión que las dejará en la frontera peruana y de allí ustedes tendrán que ver qué hacen.
¡¡¡Sus versiones no podía ser más contradictorias!!!
Lo único que ellas tenían claro a estas alturas de la situación es que definitivamente no podían confiar para nada en los detectives y no podían creer en nada de los que les dijeran.
Y si de algo estaban absolutamente seguras, era que no podrían obligarlas a firmar nada.
continuará ...
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