... continúa
Entre las siete y media y las ocho de la noche, se abrieron las puertas y les alcanzaron dos tazas con té frío y un par de panes duros. De sólo ver el aspecto repugnante de aquellas tazas, tan viejas y desgastadas y con grasa por todos lados, Roxana sintió un asco tremendo y la sola idea de posar sus labios sobre ese recipiente plástico, le produjo nauseas. No hizo ningún intento de comer y mucho menos de beber, a pesar del hambre que tenía, era incapaz.
Mucho rato después, un guardia fue por Claudia y la llevó a la celda donde estaban Alejandra y Roxana, ya que según le dijo, faltaban celdas y por ello debía juntarla con las demás. ¿Una mentira más? No le importaba realmente, daba gracias por estar otra vez cerca de sus amigas.
continuará ...
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