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Conforme se acercaba la medianoche, toda la gente de la brigada se ponía notoriamente más eufórica, corrían de un lado a otro y se daban la voz. Parecía que la reunión era en la cafetería del primer piso y que todos deseaban estar allí y los que debían permanecer vigilándolos, lo hacían visiblemente fastidiados. En sus distintas ubicaciones dentro de la brigada fueron quedando prácticamente solos.
Se escuchó a alguien mencionar algo referente a un televisor y al poco rato los gritos eufóricos de ya va a empezar… ¡Ya va a empezar!
¿Qué era lo que iba a empezar? Definitivamente ellos no lo sabían, pero lo que sí sabían, era que el revuelo entre los investigadores era tan grande que parecía como si los hubiesen olvidado por completo. El ambiente era de fiesta y de una gran expectación.
Prácticamente todos se fueron a las habitaciones de adentro. En los puestos de la entrada quedaron únicamente los dos investigadores que se hallaban de guardia al momento de llegar, uno de los cuales quedó vigilando a Ricardo y a Carlos y el otro a las seis señoras Badani y Fanny.
Pusieron el televisor a todo volumen, pero entre el barullo que había, era imposible distinguir qué era lo que se transmitía. Poco después se oyeron muchos aplausos y unos gritos de ¡¡El otro canal!!
Esta vez hubo un poco más de tranquilidad y se alcanzó a oír a qué se debía todo el alboroto: ¡Estaban escuchando las noticias de la medianoche!
Todos los canales, casi en simultáneo, transmitían cómo funcionarios de la Brigada de Delitos Sexuales y Menores de la Policía de Investigaciones de Chile se anotaron un porotazo ya que después de un mes de arduo seguimiento, lograron desbaratar una peligrosa secta satánica y sadomasoquista que practicaba todo tipo de aberraciones sexuales y que tenía su sede en Pelequén, ciudad al sur de Santiago… luego de lo cual entraban a alabar a la institución que de manera tan profesional había realizado el operativo, además de detallar los numerosos hallazgos encontrados en el lugar.
Evidentemente las noticias eran sobre el arresto en la casa de Los Maquis. ¡Se estaban refiriendo a ellos! ¡¡No lo podían creer!!… y menos aún podían creer todo lo que en las noticias estaban diciendo. Era increíble que los detectives además aplaudieran, festejaran y se felicitaran así de su fechoría… y de la desgracia de ellos.
El noticiero, si bien afirmaba correctamente que Ricardo convivía con seis mujeres, inmediatamente saltaba a hacer descabelladas afirmaciones como que él las hacía participar en variadas actividades sexuales, en las que había perversiones, lujuria, placer, sadomasoquismo, sesiones de fotografías y clases teóricas. En esa casa sus habitantes prácticamente vivían desnudos, afirmaba el narrador.
Mara volvió a pensar en su familia ¡Qué horror! Probablemente estarían viendo las noticias de la medianoche como acostumbraban. Su pobre mamá. Realmente ella era su mayor preocupación. Qué shock estaría pasando al ver a su hija convertida en una delincuente y todo gracias a los policías de investigaciones ¡Qué espectáculo!
— Cuando los detectives allanaron el inmueble, el peruano y sus seis mujeres fueron tomados absolutamente por sorpresa. La diligencia no les dio tiempo de ocultar evidencia alguna —continuaba el periodista.
Los investigadores se pasaban la voz en cuanto aparecía alguno en la pantalla y se felicitaban elocuentemente por lo bien que se veían.
— Mira, mira, ahí estoy yo…
— Uy, que bien saliste, ja, ja, ja…
Lo único que les interesaba era lucirse.
Tan grande era la algarabía, que las risas, gritos y vítores de toda índole se dejaban oír hasta la oficina cerrada en el tercer piso donde tenían a Jaime.
Los detectives festejaban el haber aparecido en el noticiero de la noche y gritaban a todo pulmón, llenos de júbilo. Parecía que estuvieran viendo un partido de fútbol y que gritaran celebrando los goles.
No había ningún rasgo de humanidad, ni siquiera un concepto de deber cumplido, todo lo que les importaba era que estaban saliendo en televisión. Era como una verdadera fiesta para estos peligrosos niños inmaduros. El alboroto duró largo rato y las felicitaciones estaban a la orden del día.
A la espera de su suerte, repartidos en los distintos ambientes de la fría institución e inculpados de toda clase de delitos, a ninguno de ellos le quedaba mucha duda ya a estas alturas, de que este arresto iba a ser un escándalo en el ámbito internacional. Lo único que esperaban era que los dejaran en algún momento hablar a ellos también.
continuará ...
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