Karim, joven chileno de 25 años y prometedor estudiante de Derecho,
ya estaba calificado como peleador en las
oficinas en las cuales había realizado trámites relacionados con su profesión
por negarse rotundamente a pagar sobornos —como es costumbre en ese ambiente— y
exigir inflexiblemente que se cumplieran sus derechos y se siguieran los procedimientos
adecuados.
Firme, viril y decidido, siempre soñó con ser un guerrero y
luchar por sus ideales, aunque desde los inicios de 1993 había empezado a
sentir que la sociedad era un engranaje que amenazaba con aplastar todos sus
sueños. Afortunadamente por aquella época, conoció el Tamntrika Kaola Maarga y
se convenció nuevamente de que su vida tenía un propósito, su carrera había
cobrado una importancia vital y ahora quería llegar, cuando menos, hasta
abogado internacionalista, porque veía que era necesario conocer y hacer que se
cumplieran las leyes en pro de la libertad individual para poder preservar así los
valores humanos en la sociedad.
Había encontrado el lugar en el cual encajaba.
Claudia era artesana cuando a fines de julio de 1992 conoció la
Religión a través de un Devoto que por esas fechas trabajaba también el barrio
bohemio Bellavista. Siempre había estado buscando consecuencia y un lugar donde
la gente viviera según sus ideales y aquí lo encontró… y encontró mucho más, ya
que a pesar de que siempre había pensado que el amor no estaba destinado a su
vida, al poco tiempo de entrar Karim a la Religión empezaron a interesarse el
uno en el otro y el 14 de marzo de 1994 se casaron por los ritos hindúes.
También en marzo de 1994, Karim fundó el Movimiento por los Derechos
del Hombre (MDH) en Chile, pues según decía, tanto en Chile como en la mayoría
de países actualmente, el hombre había pasado a ser un ciudadano de segunda y encontraba que tocar el timbre
de una casa y que saliera un hombre a atenderlo, con delantal y cuidando a los
niños, mientras la mujer partía todos los días al trabajo, era algo ¡inmoral!
Claudia estaba resuelta a apoyarlo incondicionalmente en todo y
decidió seguir sus pasos fundando Fémina, una agrupación de mujeres que se
oponía al avance del movimiento feminista y exigía que se respetara su elección
de ser femeninas.
En una ocasión en que Karim había llegado a Los Maquis
terriblemente abatido porque un profesor había explicado que la ley y la justicia no tenían nada que ver, ya que la ley era
simplemente la plasmación del estado actual de cosas, Ricardo tuvo que
darle ánimo para continuar con su carrera y luchar porque esa profesión recupere
aquellos ideales que si bien hacía mucho tiempo se habían corrompido, dejando paso al legalismo, eran los que le habían dado forma originalmente y por los cuales él había
elegido esa carrera.
Es más bien el típico analista de sistemas, bastante retraído —aunque
por suerte, nada distraído— y muy bueno en su profesión.
Alberto y Ricardo se habían conocido de toda la vida ya que
habían asistido al mismo colegio, habían sido compañeros de barrio y sus mamás
habían sido íntimas amigas y cuando se reencontraron, después de varios años,
Alberto se hallaba en esa búsqueda de una guía espiritual y un sentido que
llenara su vida, la cual Ricardo había resuelto varios años antes que él.
A Alberto no le costó mucho darse cuenta que el Tamntramaarga
tenía las respuestas que estaba buscando y a mediados de agosto de 1984 pidió
ser aceptado en la Religión.
Roxana, que le llevaba casi un año de ventaja, había llegado a
la Religión buscando la verdad, aquella verdad que no estaba en manos de los
hombres y que en alguna parte Dios tenía que haber puesto clara y específica
para que ella la encontrara. Hasta ese momento, las agrupaciones que había
visitado sólo le habían traído más dudas y ninguna respuesta.
Al principio, ninguno reparó en el otro hasta que Ricardo les
sugirió que salieran juntos y que se conocieran un poco más… antes de un año ya
estaban formalmente comprometidos y se sentían inmensamente felices.
Cuando la familia Badani partió a Chile en 1989, Alberto quedó a
cargo de la empresa Analog, de la cual Ricardo y él eran socios. Desde esas
fechas hasta inicios de 1994, viajó un par de veces a Chile para visitar a la familia
Badani y hacer las coordinaciones que la empresa requería.
En febrero de 1994, Roxana se ofreció a tomar su lugar en lo que
pensó que serían unas breves y agradables vacaciones, pero debido a un súbito
cambio en la legislación chilena que le anuló la visa sin que tuviera
conocimiento oportuno, se quedó varada en ese territorio.
Con su esposa anclada en Chile en espera de pagar las elevadas
multas del caso, Alberto tuvo que aumentar sus visitas al país del sur y, dado
que le daba lo mismo trabajar en un computador en Lima o en uno en Santiago, ya
que los paquetes de programas que entregaba no exigían que estuviera en
constante contacto con los clientes, Alberto terminó prácticamente manteniendo
dos residencias, aunque intentaba pasar el mayor tiempo posible con Roxana.
Preocupado por ellos, Karim les ofreció la posibilidad de
compartir una casa en Santiago hasta que reunieran el dinero necesario para
solucionar la situación.
Jaime y Karim se conocieron en la universidad donde ambos eran
estudiantes de derecho y, al principio, las relaciones entre ellos no eran ni
siquiera cordiales.
Fue Jaime quien conoció casualmente a Carlos y por lo que
conversó con él, se despertó su interés por el Tamntrika Kaola Maarga y fue él
quien primero empezó a visitar la casa que los Devotos mantenían en aquella
época en la calle Maipú.
Casualmente se encontró en casa de unos amigos con Karim, donde
comentó sobre este grupo al que frecuentaba. Sonaba tan entusiasmado y las
cosas que contaba eran tan distintas a las que normalmente escuchaba, que
inmediatamente Karim se interesó e insistió en acompañarlo en su siguiente
visita.
Cuando se hicieron Devotos, la relación entre ambos cambió
diametralmente. Jaime apoyó activamente en la fundación del MDH y él y Karim se
volvieron tan unidos que la gente que los veía pensaba que eran hermanos y
ellos realmente se consideraban así.
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