continúa ...
La indiferencia que mantenía
Beatriz ante los insultos y las amenazas, enfureció aún más a la sub-comisario
Correa.
— ¿Sabes lo que le estamos
haciendo en este momento a tu amorcito, a tu Badani? Lo estamos torturando. ¿No
nos crees?… En unos momentos te vamos a llevar a la sala vecina donde está tu
Guru, para que escuches sus gritos de dolor.
¡Era despiadada! Beatriz la miró
con rabia y asustada al mismo tiempo, no quería creer lo que estaba escuchando.
Pensó en lo que le estarían haciendo a Ricardo… ¡Pensó lo peor! Ya tenía
antecedentes de lo basura y corruptos que eran los «tiras» y le dieron ganas de
llorar ahí mismo, pero se contuvo para no quebrarse delante de ellos.
La sub-comisario Correa, con voz
de victoria, le volvió a preguntar si tenía algo que decir.
— Solamente que lo amo.
La sub-comisario la insultó de
mala manera y se la llevó arrastrándola del brazo hasta la sala donde tenían
preparado su montaje con todo dispuesto para la prensa. Allí le fueron
señalando una por una fotos privadas de ellos, que los investigadores habían
mezclado con malicia formando un collage contra la pared de la habitación y le
preguntaban si las conocía.
Beatriz guardaba silencio.
Mientras la obligaban a mirar las
fotos, la zarandeaban y le daban empujones constantemente. Ella sentía mucha
rabia por el trato tan prepotente del que era objeto.
— No te hagas la weona…
¡¡Habla!!…
Nunca en su vida le habían pegado
y se enfureció al sentir la mano del hombre agrediéndola. Estaba tan enojada
por tanto atropello que empezó a sentir que todo giraba en torno a ella, se
sintió mareada y creyó que se iba a desmayar. Tuvo que hacer grandes esfuerzos
por mantener el control ya que no sabía qué le podían hacer si perdía el
conocimiento.
continuará ...
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