continúa ...
Más adelante en la noche, la
sub-comisario Correa entró en la habitación donde mantenían a Fanny y entre las
dos mujeres intentaron ganarse la compasión de ella diciéndole que estaban muy
cansadas, que la detective estaba embarazada, que los hijos de la sub-comisario
la estaban esperando en su casa y que ambas habían trabajado todo el día. La
instaban a que hablara de una vez para que pudieran irse a descansar.
Decían una serie de cosas para
hacerla sentir culpable, pero era evidente que todas eran trucos para que Fanny
cooperara con ellas y a esas alturas ya ni siquiera estaba segura de si la
investigadora estaba embarazada y les había mentido antes o la estaban
engañando ahora.
A la oficina no paraban de entrar
y salir detectives que aunque fuera por breves momentos, participaban también
de los golpes, insultos y amenazas.
Fanny pudo escuchar música que venía de algún lugar del edificio, podía distinguir las voces de Carlos y Jaime, los gritos de los detectives y los golpes de una guasca que la hacían sonar bien fuerte.
Una de las investigadoras le dijo
que los estaban golpeando y que si ella no hablaba le iban a hacer lo mismo.
A Fanny le dolía el estómago de
nervios y al sentir los azotes de la guasca, no pudo contenerse más y empezó a
llorar. La detective que supuestamente estaba embarazada, al ver esto, la hizo
acercarse a la ventana para que escuchara mejor cómo les pegaban. Ella se
imaginó lo peor ¡Carlos! ¡Lo están golpeando!… Se sentía terriblemente
mal en esos momentos, quería correr, quería desaparecer, quería que todo
terminara de una vez.
La detective, al ver su
desesperación, le dijo que no sólo los estaban golpeando sino que les iban a
poner electricidad y se deleitó detallándole los problemas sexuales que Carlos
tendría posteriormente. Fanny sentía muchísimo miedo… ¡Los creía capaces de
todo!
La mujer asumiendo la pose
amistosa, le decía que ella sólo la quería ayudar, y que por eso Fanny debía
cooperar.
Cuando consideraron que ya se
estaba quebrando, la investigadora embarazada se sentó tras la máquina de
escribir, colocó los dedos en el teclado y empezó a tipear los datos personales
de Fanny, pero cuando se dieron cuenta que ella no les iba a decir nada, les
dio una rabia espantosa que desahogaron golpeándola e insultándola.
Las amenazas continuaron durante
mucho rato. Le dijeron que a ella también la iban a golpear y le pondrían
electricidad como estaban haciendo en ese preciso momento con su esposo y que
la música que oía era para disimular un poco los golpes y los gritos… y esa, ¡no
era otra de sus mentiras!
continuará ...
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