continúa ...
Carlos empezó a ver todo lo que estaba pasando como si fuese un simple testigo de las cosas y observaba lo que sucedía, incluso lo que él mismo decía, desde un segundo plano. Se convirtió en un espectador de su propia tortura. Sabía lo que estaba ocurriendo y entendía las consecuencias, pero no había miedo, no había angustia, no había sentimiento alguno, sólo la calma del observador que espera a ver en qué desencadena todo.
Los investigadores entraban y salían. A veces eran tan solo tres o cuatro de ellos y en otros momentos había más de seis detectives en la habitación, tan sólo el inspector Silva, que era quién conducía el interrogatorio, permanecía todo el tiempo dando órdenes.
Lo obligaron a pararse en medio de la sala y uno de los detectives le vendó los ojos y le puso diodos —o tal vez cables… no podía estar seguro— en la cabeza, entre el interior de la venda de los ojos y las sienes, en medio de la lluvia de golpes que seguía.
Ahora, sin poder ver nada, lo obligaron a bajarse los pantalones y los calzoncillos y le dijeron que le iban a poner corriente.
Carlos se mantenía repitiéndoles que realmente estaban equivocados, que él no sabía nada y que definitivamente no podía creer que fuese verdad lo que estaban diciendo.
Sintió que lo pinchaban en la parte interior de las piernas, cerca de la zona genital, con un objeto punzante que él no pudo discernir si eran agujas o las puntas de cables pelados y las amenazas del inspector Silva se hacían cada vez más fuertes:
— ¡¡¡Cabro huevón de mierda!!! ¡¡Es mejor que hables, es mejor que cooperes porque ya estamos perdiendo la paciencia!! —Le decía mientras los otros lo seguían golpeando.
Después de un rato de tenerlo así, le amarraron algo alrededor de la cabeza del pene que se lo ahorcaba, algo que parecía ser un cable y del cual partía otro cable que le rozaba la pierna.
Empezaron a mover ciertos aparatos electrónicos dentro de la oficina como para darle a entender que en cualquier momento vendría el choque eléctrico. Encendieron un aparato que parecía ser un televisor en un canal sin transmisión y le subieron el volumen al máximo, lo cual, según le dijeron, era para que el ruido de la estática tapara sus gritos.
— ¡¡¡Ahora sí vamos a conectar la corriente!!! ¡¡¡Ahora sí va a venir el choque eléctrico!!! —Continuaban amenazándolo y golpeándolo los detectives una y otra vez.
continuará ...
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